La entrega de El Fandi cautiva a un Coliseo balear prácticamente lleno

El Fandi fue fiel a su estilo: variado con el capote, espectacular con los palos y todo entrega en la muleta en una faena muy comunicativa con los tendidos, que inició de rodillas y rubricó de un certero espadazo. Cortó una oreja.

Y otro trofeo más sumó el granadino en el cuarto, con el que volvió a poner toda la carne en el astados para construir un trasteo que caló nuevamente entre el aficionado balear.

Castella se mostró limpio y pulcro ante un toro, el segundo, noble pero cogido de alfileres, al que condujo con suavidad por los dos pitones. Saludó una ovación tras desatender el palco la petición de oreja que hubo.

En el quinto, en cambio, fue su mala espada la que privó a Castella de sumar trofeos después de otra faena templada en la que el torero galo toreó con largura, mano baja e hilván al noble y manejable "juampedro".

Manzanares se las vio en primer lugar con un noble ejemplar de Juan Pedro Domecq al que toreó con gusto a la verónica y al que diseñó una elegante faena bien rubricada con la tizona. Le pidieron la oreja pero la presidencia volvió a mostrarse exigente.

Echó el telón Manzanares cortando una oreja del apagado sexto por una faena en la que volvió a dejar destellos de calidad y que nuevamente fue abrochada de un contundente espadazo.

FICHA DEL FESTEJO

Seis toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación, cómodos, nobles y manejables en distintos grados. Los más completos fueron el primero y el quinto. Al resto, pese a dejarse, les faltó un punto de fortaleza y también de raza.

David Fandila "El Fandi", de blanco, oro y remates negros, y que sustituía a Roca Rey: estocada (oreja); estocada (oreja).

Sebastián Castella, de lila y plata: estocada (ovación tras petición); seis pinchados y estocada trasera (ovación tras aviso).

José María Manzanares, de sangre de toro y azabache: estocada ligeramente desprendida (ovación tras petición); estocada (oreja).

El Fandi fue sacado a hombros junto al artista mallorquín Domingo Zapata, cuyas pinturas han engalanado las barreras y burladeros del Coliseo balear, que registró tres cuartos largos de entrada (unos 10.000 espectadores).