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La elección es fácil: Turismo o salvar vidas

Por Joana Maria Borrás
domingo 05 de abril de 2020, 05:00h

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Cometerán un grave error los políticos en España (y en las Islas Baleares en particular), si a partir del próximo mes de junio o julio autorizan la entrada de turistas no nacionales y la apertura de hoteles para salvar la temporada de verano o una parte de la misma. Esta vez el error no se medirá en cifras económicas, ni en daños medioambientales sino en miles de personas fallecidas por un rebrote del virus que hubiera podido demorarse e incluso evitarse.

El control temporal de la pandemia gracias a las medidas de confinamiento no suponen, ni de lejos, acabar con el problema. No sabemos si las personas con anticuerpos desarrollaran nuevamente la enfermedad, ni en que plazos. Tampoco hay datos en este momento sobre su posible periodicidad. Países que están volviendo poco a poco a la normalidad se enfrentan ahora al peligro inherente a la importación del virus desde otros países y atajan con medidas radicales de cierre de fronteras o de cuarentenas obligatorias de 14 días (a su exclusivo cargo) para los recién llegados. Si las zonas de costa en España se abren de par en par nos enfrentaremos a un auténtico caos a partir del mes de los meses de septiembre/octubre y a un repunte del número de personas infectadas que dejarán los hospitales al borde del caos en zonas donde hasta ahora la presión ha sido menor.

Soy consciente de la grave repercusión (para el turismo en general y para todas las empresas vinculadas al sector) que la adopción de una medida de paralización durante los próximos seis meses supondría, pero cuando de lo que se trata es de evitar el mayor número de fallecimientos no queda otra elección. Elegir lo contrario supondría asumir una responsabilidad sin precedentes que, al margen de remordimientos éticos, acarrearía con el tiempo otras consecuencias en el ámbito político o judicial.

Ahora es el momento histórico en el que nuestros políticos debieran hacer un alarde de sentido común y, asumiendo el riesgo de no repetir en las urnas ni en el gobierno, adoptar una medida que si bien paralizará a medio País más de lo debido desde el punto de vista económico, salvará vidas. Al mismo tiempo, Europa debe afrontar su responsabilidad: los países que dependen del turismo necesitan fondos suficientes para minimizar las consecuencias devastadoras de esta situación y de esta elección. Si Europa no responde adecuadamente la derrota no será solamente de países como España o Italia, sino una derrota de Europa en pleno.

La situación no puede ser más clara: durante años habrá repuntes del virus que obligarán a adoptar nuevamente en cualquier País del mundo, medidas de confinamiento parcial o total. Ahora, en plena expansión del virus ¿sería comprensible y aceptable que las zonas turísticas estén llenas a rebosar? ¿sería comprensible que dentro de dos meses los aviones llegaran a las Islas Baleares con turistas procedentes de cualquier País del mundo? . Es más, ¿sería moral y éticamente aceptable?

Algo que para otros es de lógica pura queda difuminado en un País donde, con toda probabilidad, no sólo no se prohibirá la entrada de turistas sino que incluso serán capaces de bajar los precios por habitación para atraer a un mayor número de estos. Espero que quienes tomen la decisión política de autorizar esta locura, tengan memoria suficiente dentro de unos meses, cuando el sistema hospitalario se colapse por un repunte promovido por la más absoluta negligencia y falta de ética.

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