El empecinamiento del Govern de les Illes Balears en duplicar el importe del impuesto sobre pernoctaciones turísticas, más conocido como ecotasa, para la temporada alta de 2018, puede suponer, como vaticinan los más acreditados expertos de la industria turística, una notable pérdida de competitividad del mercado turístico balear. El encarecimiento de las vacaciones de una familia con tres hijos puede suponer hasta 150 euros, lo cual no es ninguna broma, cuando ya se sabe porque así se ha constatado en la feria World Travel Market de Londres, que los destinos competidores del Mediterráneo, en especial Grecia, Turquía y Egipto, se están recuperando y están bajando los precios para atraer el interés de los turoperadores, que naturalmente ofrecerán aquellos destinos prioritariamente.
Además, los efectos del ‘Bréxit’ son ya innegables con la depreciación de la libra esterlina, lo que hará que el mercado británico busque otros destinos más asequibles a su bolsillo. Y la ecotasa, se diga lo que se quiera decir por parte de las autoridades de Balears, encarece a las Balears, le resta atractivo frente a otros destinos competidores y, además, no proporciona ningún atractivo por mucho que los políticos lo repitan como loros. De cara a los turistas y a los turoperadores, la ecotasa no proporciona ningún valor añadido a Balears y sostener lo contrario es un insulto a la inteligencia.
Porque además, a poco que se explique en qué se piensan gastar los millones que ingresan, lo que se pone de manifiesto es que se trata de recaudar impuestos para financiar proyectos que poco o nada tienen que ver con el medio ambiente o con la sostenibilidad y la protección del territorio. Camuflados entre alguna mejora del paisaje rural, están barbaridades como la construcción de un tren turístico que, recuperando el tren de Llevant, obsesión que a los partidos de izquierdas no se les va de la cabeza por delirante que sea la idea, vaya de Son Carrió hasta Sant Llorenç en una primera fase y luego hasta Manacor.
Se trata de un proyecto que persigue que entre todos paguemos una maqueta de tren a escala real para el disfrute de unos pocos. Un capricho que pagaremos a escote y con la ecotasa. Si a la Associació d’Amics del Ferrocarril le apetece y ya que les parece que será tan rentable, ¿por qué no la ponen en marcha con su propio dinero? Los trenes que se pretenden traer son de fuera, jamás circularon en Mallorca y que en nada representan la historia del tren en la isla. Y además, ya hay en Mallorca una línea de ferrocarril turístico, centenaria y privada, a la que se haría una competencia desleal con fondos públicos, lo que es inconcebible por injusto.
Si bien el proyectado Museo del Ferrocarril pudiera tener algún sentido desde el punto de vista cultural, financiarlo con la ecotasa es pervertir el impuesto y pretender hacer un tren turístico con dinero público es un delirio absoluto. La ecostasa no debe ser para esto y los agentes turísticos y los propios turistas no son tan estúpidos como algunos creen, como para no verlo.