La 'ecotasa' de éxito nada de nada

En el pleno del Parlament del pasado martes, más allá de los episodios que a todos avergüenzan, el Govern fue interpelado por varios grupos (El Pi, Podem y PP) sobre el destino de los 30 millones recaudados por el Impuesto sobre estancias turísticas, más conocido como 'ecotasa'. El malestar de muchos sectores sobre este particular ya ha sido puesto de manifiesto. Pero a lo que aquí interesa, la presidenta del Govern, Francina Armengol, defendió con vehemencia que el polémico impuesto es un "éxito social y político".

Este exceso de eufórico optimismo y de autocomplacencia incontenida, demuestra que PSIB y Més están encantados con la situación generada y con haber vuelto a poner en marcha un impuesto que ya se implementó durante la legislatura 1999/2003, durante el primer Govern Antich. Pero hablar de éxito social y político está fuera de lugar. Obviar la oposición del sector empresarial y aún más del hotelero, injustamente obligado a lo más desagradable de todo, la recaudación del impuesto entre los visitantes a su llegada al establecimiento, es ignorar la realidad. No haberse topado con un boicot al impuesto por una cuestión de responsabilidad, no significa que haya aplausos a la medida ni que cuente con la generalizada aprobación social.

Además, Armengol habló de que los turistas contribuyen solidariamente a atenuar los efectos de la presión turística sobre el medio ambiente, pero hablar de solidaridad cuando se trata de impuestos, suena un tanto ridículo. El pago del impuesto es obligatorio y no opcional ni voluntario. También mencionó la presidenta que es un impuesto que pagan los turistas, detalle gravemente inexacto como habrán comprobado aquellos que siendo residentes, hayan querido alojarse en cualquier establecimiento, incluso por motivos de trabajo o de salud. Los enfermos Menorca, Ibiza y Formentera y sus familiares, cuando se trasladan a Mallorca y se alojan en un hotel, también están obligados a pagar la 'ecotasa'.

La presidenta del Govern llegó al punto de lamentar la derogación del impuesto, citando que ello había supuesto perder 1.000 millones de euros que se habrían podido invertir en proyectos medioambientales. Pero nuevamente omitió las consecuencias negativas del impuesto en términos de pérdida de competitividad por el encarecimiento del producto. Hablar a toro pasado de lo que pudo suceder carece del más elemental rigor. Armengol puede sacar pecho porque su impuesto esté en funcionamiento y siendo recaudado, para invertirlo en proyectos ya previstos en los presupuestos del Govern, pero no de que cuente con la aprobación general de la ciudadanía o de los operadores turísticos.

¿Puede hablar Rajoy de éxito social y político por el hecho de estar recaudando el IVA cultural? En absoluto. Pues lo mismo sucede a Armengol con su impuesto turístico. Hablar de éxito social y político de la 'ecotasa' es estar fuera de la realidad.

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