La DGT debe suprimir ya el carril Bus-VAO

Resulta incomprensible que, ante una petición oficial hecha por el Consell de Mallorca, en el marco de sus competencias, y fundamentada en datos elaborados por el Departamento de Territorio, Movilidad e Infraestructuras, la Dirección General de Tráfico, dependiente del Ministerio del Interior, dé la callada por respuesta a la solicitud de la institución titular de la vía, la autopista Ma-19, de eliminar el carril Bus-VAO.

No es aceptable este nivel de indolencia al que la institución insular ha respondido enviando nuevos datos actualizados de accidentalidad y ocupación del polémico carril especial, recopilados entre el 1º de enero de 2023 y el 31 de octubre. Se constata que los accidentes se han incrementado, pasando de 27 a 55 siniestros. Y la ocupación del carril se mantiene baja, entre el 7 y el 11 por ciento durante el periodo estival, mientras los demás carriles de la autopista, en sentido hacia Palma, presentan una ocupación entre el 63 y el 67 por ciento.

Transcurridos tres meses desde que el Consell de Mallorca solicitó a la DGT la supresión del único carril Bus-VAO de las carreteras de la isla, el departamento ministerial que dirige Pere Navarro y cuya jefa provincial es Francisca Ramis, no ha respondido a la solicitud planteada, que como es de ver, no se justifica en una caprichosa voluntad política, sino en sólidos y contundentes datos recabados por los técnicos competentes. A la par que no se han facilitado datos de denuncias de la Guardia Civil de Tráfico sobre el uso antirreglamentario del carril por parte de usuarios no autorizados. Esta opacidad es otra prueba de que la DGT no actúa correctamente en este caso, algo intolerable.

Los datos empíricos y la experiencia acumulada durante el tiempo que ha estado funcionando el polémico carril Bus-VAO, recomiendan suprimirlo y volver al punto anterior. Se ha demostrado que su instalación fue una medida netamente política y más propagandística que eficaz. Es hora de corregir el error y la DGT no puede seguir avalando la chapuza que perpetró el Consell de Mallorca, presidido por Catalina Cladera y ejecutó el podemita Iván Sevillano, felizmente apartado por los votantes de la vida política.