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La deriva del PI

miércoles 19 de junio de 2024, 12:33h

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Tras los catastróficos resultados electorales de las europeas, la tibia respuesta de la presidencia de Proposta x les Illes -el PI- fue la de tirar de los típicos tópicos de todos los partidos en declive: La campaña se ha ventilado en clave nacional y eso nos ha perjudicado. Y hasta ahí puedo leer. Ni una sola autocrítica, ni mucho menos la asunción de responsabilidades en forma de dimisiones. El salario de una asesoría bien merece pasar el mal trago.

Sin negar la mayor -la ausencia en campaña de propuestas para la Unión Europea-, lo cierto es que la curva descendente del PI se equipara con la de otras formaciones en vías de extinción, como Ciudadanos, un partido que multiplicaba en músculo a los exuemitas y que, pese a ello, no ha conseguido evitar su defunción. En el conjunto de Balears, el PI a punto estuvo de ser superado en las urnas incluso por el PACMA. Miles de sus votantes migraron a otras opciones.

Pero a Tolo Gili y a los restos del entorno de Melià, que consiguieron, contra todo pronóstico, retener el mando del partido tras el paso atrás de su líder, esto parece no importarles lo más mínimo, como si no fueran responsables en primera persona de la debacle de la formación.

La reunión del martes pasado acabó con peticiones de dimisión a la cúpula desde distintos comités locales, algunas de ellas claras y directas. Pero nada de ello ha trascendido y, por supuesto, los destinatarios no se dan por enterados. Los hay que esperan que, haciendo exactamente lo mismo que hasta ahora, las cosas cambien.

Revertir una curva descendente cada vez más empinada es tan difícil como sacar una aeronave de una entrada en pérdida profunda, algo casi imposible.

Quienes conservan aún cierto activo en el seno del PI -con Antoni Salas, alcalde de Costitx, en cabeza- deben dar un paso al frente y desprenderse de complejos si quieren salvar la nave. No se puede hacer una tortilla sin cascar huevos y no valen paños calientes, llamadas a la ‘germanor’ pretendiendo mantener una artificial paz interna a toda costa, porque eso aboca al PI a la absoluta irrelevancia, fuera de las instituciones. Solo unas pocas, pero valiosas, alcaldías y la presencia de Salas en el Consell mantienen a flote, y solo por los pelos, a los autonomistas.

Un sector nada despreciable del PI añora a Jaume Font, y ya no se corta manifestándolo públicamente ante quienes provocaron su marcha. Otros quisieran, también, un acercamiento a sus excompañeros de la ‘nueva’ Unió Mallorquina. Pero, antes de eso, el PI debe decidir qué quiere ser si consigue alcanzar la adultez: si soberanista -alineado con partidos como el PNV, socio de Pedro Sánchez-, o regionalista/autonomista; si de centroderecha, o de izquierdas; si un partido con expectativas de crecimiento y discurso propio, o solo una bisagra rentable para mantener unas docenas de cargos para la cúpula.

La deriva del PI parece irrefrenable, lo que abre aún más el espacio a los radicales, y eso sería una tragedia para la política balear. Pero, o se toman decisiones drásticas ya, o en los próximos comicios asistiremos a su funeral político. Que tome nota quien corresponda.

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