Actualmente los pacientes y sus familiares exigen estar informados y tienen todo su derecho. Incluso se habla de pacientes expertos lo cual facilita, sobre todo en enfermedades crónicas que, hoy por hoy no se curan, una adaptación mucho más adecuada. Se ha horizontalizado la relación con el médico, de forma que la toma de decisiones tiende a ser cada más compartida y siempre prevaleciendo el principio de autonomía del paciente, en cuanto a la aceptación de su tratamiento a través del documento de consentimiento informado.
Partiendo de estas consideraciones hoy hay que resaltar que hay un auge de pacientes que suelen realizar surfs internetarios en búsqueda de información así como de enfermos que experimentan grandes flechazos por los tratamientos (que no terapias) alternativos. Sin embargo la lectura compulsiva del prospecto ya no ocupa un lugar preferente en la atención de muchos pacientes, lo cual es muy sano y evita hipocondrías innecesarias.
Hay tratamientos alternativos para casi todas las enfermedades y entre ellas como no, no podía faltar la depresión. En una encuesta realizada en Alemania sobre remedios que “curaban la depresión” los resultados fueron muy sorprendentes ya que casi un 20% de ciudadanos, respondía que con hipérico, un 15% con azafrán, cúrcuma y omega 3 y otros con homeopatía, reflexoterapia, masajes, yoga, relajación, etc .
Los remedios alternativos facturan muchos millones de euros.
La evidencia no ha demostrado que estas prácticas curen una depresión. El tratamiento actual está muy bien establecido por la OMS: psicofarmacoterapia y psicoterapia. Ayuda también la actividad física regular, una alimentación adecuada (dieta mediterránea), un sueño reparador y una buena gestión de estresores psicosociales.
También en muchas depresiones es necesario la baja laboral, aunque todavía muchos pacientes esconden, para no ser estigmatizados, que padecen una depresión o no quieren que aparezca este diagnóstico en el parte de baja. Los enfermos todavía piden perdón además de pedir, cada vez más, ayuda. “Quiero pero no puedo, mi voluntad no basta”.
Con la depresión no se juega y nunca hay que trivializarla, banalizarla ni relativizarla. Es el trastorno de la mente que más sufrimiento produce en el paciente y en la familia y es responsable muchos días malos, rupturas afectivas, perdidas del trabajo y de complicaciones muy graves (empeora sobre todo el curso y la evolución de las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión, enfermedades metabólicas y gastrointestinales.
Por otra parte la depresión es un problema de salud pública y de mayor complejidad que lo que se suponía años atrás. Ahora ya conocemos la relación entre la depresión y la inflamación. Esto permite nuevas consideraciones sobre la clínica y su tratamiento. Muchas veces no basta con una sola molécula y la mayoría de las veces requiere de intervención interdisciplinaria y esto lo vemos cada vez más en la clínica.
Por eso pueden consumir azafrán y omega 3 si ustedes quieren, pero siempre con el antidepresivo que le ha recetado su médico y nunca lo sustituya por los diversos remedios alternativos que se anuncian por doquier. Los antidepresivos resuelven alrededor del 80% de las depresiones pero solo funcionan si se toman.
Pidan siempre ayuda. Volverán a estar bien.
Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.