La debacle socialista en las elecciones municipales y autonómicas de este 28M ha llevado al presidente Pedro Sánchez a mover ficha y, sorpresivamente, adelantar al próximo 23 de julio los comicios de los que saldrán unas nuevas Cortes. Así, la agenda política se ha acelerado una vez que los resultados del domingo hacían presagiar una ola del PP que habría ido creciendo según avanzasen los meses y, consiguientemente, el desgaste del gobierno de coalición fuera más acusado.
Sánchez ha optado por no esperar a diciembre en un movimiento que -como experto en manuales de resistencia- tiene mucho de acción defensiva. Por un lado, coge con el pie cambiado a sus socios de Podemos y Sumar -con gran castigo electoral el primero y sin margen para consolidarse el segundo- de forma que Sanchez podría aglutinar buena parte de todo el voto de izquierdas, sobre todo si no hay un acuerdo inmediato entre Podemos y Sumar. Por otro lado, la campaña de las generales llegará en plena negociación de los nuevos parlamentos autonómicos, pudiendo visualizar los eventuales entendimientos entre el PP y Vox y extender un hipotético voto del miedo.
Tampoco cabe obviar el elemento de debate interno. Las elecciones de este domingo han significado un duro castigo para muchos barones y alcaldes socialistas que fácilmente podrían interpretar que han sido víctimas de una campaña que, a pesar de ser autonómica y local, ha versado principalmente sobre asuntos de política nacional con Sánchez en la diana; esta circunstancia habría reducido las opciones a estos barones, provocando la sangría de votos que ha arrasado gobiernos y consistorios hasta ahora controlados por la izquierda. Restarles medio año de plazo para que no puedan orquestarle una revuelta interna también habría pesado en la decisión de Pedro Sánchez de llamar a urnas en julio, en vez de diciembre, y asegurarse ser cabeza de cartel.
Sánchez ha decidido jugar rápido a todo o nada; no prolongar la agonía con la adopción de medidas intermedias -como una incierta crisis de gobierno- y acelerar la agenda con unas nuevas elecciones generales, menos de dos meses después de las autonómicas y municipales.
Habrá que ver ahora cómo se mueven los partidos ante el nuevo órdago y cómo afecta a los procesos internos una nueva configuración de listas en la que, presumiblemente, aparecerán nombres insospechados hasta el sábado pasado. También en Baleares.
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