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La culpa no es de la naturaleza

martes 16 de octubre de 2018, 03:00h

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Hace una semana, se cumplirá esta tarde noche, que el cielo se rompía y vertía su ira en forma de agua sobre el levante de Mallorca con especial intensidad en Sant Llorenç des Cardessar; las consecuencias las conocemos todos, doce muertos, un desparecido, daños materiales importantes y una mar de solidaridad para con los vecinos damnificados por ciudadanos anónimos y no tan anónimos.

Desde el principio de los tiempos el ser humano se ha considerado el rey y dueño de la naturaleza; ha pretendido amoldarla a su conveniencia y aunque algunas veces ha ganado en muchas otras ha perdido.

El agua deambulaba por la torrentera desde siempre; desde antes de la existencia del pueblo, de su núcleo urbano y de sus barrios; el agua buscaba y encontraba su camino hasta el mar sin limitaciones ni impedimentos.

En nuestro afán de controlar la naturaleza hemos sido muy osados y hemos edificado en cauces, riberas y en zonas que eran propiedad del agua para su paso y no del hombre.

El martes pasado el agua reclamó su derecho de paso y se llevó por delante las múltiples barreras que el hombre en una supuesta búsqueda de la comodidad le puso. Da igual, la fuerza del agua es imparable, la fuerza de la naturaleza siempre reaparece y cuando lo hace es brutal, arrasa con todo reivindicando sus derechos. Es la ley del más fuerte.

Hagamos examen de conciencia y valoremos si hemos tratado bien a la naturaleza en nuestro pequeño país; valoremos si estamos tentando a la suerte a diario con los trazados de las vías circunvalatorias, cauces de hormigón, urbanizaciones en cauces o en cualquier otro intento de domar a la naturaleza. La culpa no es suya, es nuestra.

No seré yo quien valoré la reacción de los servicios de emergencia. El momento debió ser difícil y estoy seguro que hicieron todo aquello de lo que fueron capaces; estoy seguro que hubo errores pero también muchos aciertos, esa es la limitación de la condición humana.

De quien no me voy a callar es respecto a aquellos que consideran que un personaje famoso por razón de su profesión no puede ayudar a los necesitados, amigos incluidos. La presencia de don Rafael Nadal en el lugar de los hechos de manera inmediata ayudando en la limpieza demuestra una humildad y una humanidad lejos de la mediocridad de muchos de los que lo critican. Podría haberse quedado en su casa y no embarrarse las manos pero eligió la opción difícil y se arremangó. Sin duda tuvo un efecto llamada a la solidaridad de los mallorquines, somos muchos los que le admiramos y fueron muchos los que quisieron seguir su ejemplo. Gracias, una vez más.

El domingo nos dejó otro deportista no menos importante, justo antes de la salida de una regata, a bordo de su barco, falleció Jaume Binimelis. No lo voy a loar por sus resultados deportivos sólo diré que ha muerto un hombre bueno. Buena proa. Que pasen un buen día.

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