www.mallorcadiario.com

La corrida

Por Francesca Jaume
miércoles 09 de julio de 2014, 09:21h

Escucha la noticia

"¿Cuál es la realidad de esta vida nuestra?


Encarémonos con ella: nuestras vidas son tristes, fatigosas y cortas. Nacemos, nos suministran la comida necesaria para mantenernos


y a aquellos de nosotros capaces de trabajar nos obligan a hacerlo hasta el último átomo de nuestras fuerzas; y en el preciso instante en que ya no servimos, nos matan con una crueldad espantosa."


No lo digo yo, es un pasaje de Rebelión en la granja de George Orwell.

Semana de sanfermines. Semana en que los toros copan la programación de la televisión pública estatal, ya sean encierros ya sean corridas.

Tve apuesta por la 'fiesta nacional' sin ningún disimulo. En el debate social 'Toros sí, Toros no', el ente televisivo público se pone de manera notoria de parte de los que consideran las corridas de toros como un valor cultural y económico. Con nuestro dinero se fomentan los toros.

Llama la atención que el maltrato animal sea de cada vez más penalizado por la legislación, pero que los toros sean impermeables a esta protección tan necesaria. ¿Qué diferencia hay entre coger un gato, darle puntadas de pie, sacarle los ojos con una cuchara ardiente y meterle un explosivo por el ano; o cegar a un toro, meterle ganchos por toda la espalda, punzarlo con un pica y luego meterle un cuchillo hasta los pulmones? ¿Que lo primero es una salvajada y lo segundo arte? ¡Venga ya! La tradición no lo ampara todo.

¿Por qué es arte? ¿Porque los toros mueren a manos de unos individuos que son tan valientes que se ponen frente a un bicho bravo de 500 kilos ataviados con bailarinas, medias fucsia y un laborioso traje bordado en hilo de oro que deja a la vista el tamaño de su miembro viril? Lo extraño es que los toros no mueran de hilaridad antes del estoque final.

Dicen los partidarios de la tauromaquia que, además de ser un fenómeno que genera muchos puestos de trabajo, para una res es una honra morir en la plaza y que ha nacido para eso. Como no hablan, no se lo podemos preguntar.

Yo no dudo ni un segundo de que mi perrita tiene alma: juega y se divierte conmigo, esconde el rabo cuando la riño, espera detrás de la puerta a que llegue. Y mi reflexión es: ¿Por qué he de creer que mi mascota tiene alma y un toro no?

Corolario: Como a mi no me gusta la lidia de toros, no voy. Lástima que el toro no tenga la misma capacidad de elección.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
5 comentarios