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La chapuza por bandera

Por Juan Carlos Rodríguez Tur
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rodriguezturicaiborg/12/12/18
jueves 03 de agosto de 2023, 05:00h

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En política es habitual comprobar como nuestros representantes están dispuestos a llegar a los últimos peldaños del esperpento, aunque sus errores clamen al cielo. Con el indigno objetivo de mantener la disciplina de partido y la soberana sandez de mantenerse firme en un postulado erróneo, algunos están dispuesto a inmolarse. Es el caso del amortizado exconseller de movilidad, Iván Sevillano, cuyo carril bus-VAO tiene enaltecida a toda Mallorca. No sólo se ha probado su inutilidad, sino que incluso se ha acreditado que es contraproducente. Así, tras su implantación la siniestralidad ha aumentado un 57% y los colapsos se han convertido en la tónica habitual que esquilma la paciencia de los conductores.

A pesar de las múltiples advertencias y los evidentes efectos contraproducentes, la izquierda persiste en una absurda defensa que ahonda en su incapacidad de hacer autocrítica y que les ha llevado a la desolación en las últimas elecciones locales. A la inoperancia del proyecto estrella(do) del exconseller se suma la dudosa legalidad del mismo. Ya no es el nuevo conseller del PP, Fernando Rubio, el que haya manifestado su ilegalidad, sino que los propios técnicos de la Dirección Insular de Infraestructuras y Movilidad han refrendado dicha afirmación.

Esta actitud soberbia e inmoral es digna de análisis. Cuando uno se sienta en un cargo público con mando debiera aumentar su esfuerzo por emitir un raciocinio crítico, en lugar de encaramarse a la cima del error. Que se lo pregunten a la pobre Irene Montero, devorada por su inoperancia y apartada ferozmente por sus compañeros, tras el fiasco de la Ley del “sólo sí es sí”. Los que ahora la han desahuciado de la vida pública son los mismos que defendían vorazmente que esta medida “protegería a las mujeres”. Ya ven los resultados: delincuentes sexuales excarcelados y víctimas desprotegidas. En esta ocupación uno no debe preocuparse por los ataques del adversario, sino de los cuchillos traicioneros del enemigo con el que compartes militancia. Ya lo dijo el exministro Pío Cabanillas: “cuerpo a tierra que vienen los nuestros”. El único que ha rentabilizado este fiasco ha sido Pedro Sánchez. Al derogar la infame reforma, se ha comportado ante el electorado como el hermano mayor que corrige al pequeño descarrillado e imprudente. Este hábil y premeditado paternalismo es una de las razones por las que sigue sobreviviendo políticamente contra todo pronóstico.

Pero ni las luchas fratricidas ni la defensa del error son patrimonio exclusivo de la izquierda. Al flamante alcalde de Calvià, Juan Antonio Amengual (PP), un micro abierto le jugó una mala pasada en el último pleno. Consciente de que votar en contra de la gratuidad de las ‘escoletes’ era un error, le dijo a su nº2 “no podemos votar que no, ¿estás loca?”, “si votamos en contra mañana salimos en los periódicos”. Su elocuencia no tuvo éxito y fue Isabel Bonet (teniente de alcalde) la que le arrastró al error y, con ello, a la prensa nacional.

El frentismo, la intransigencia y la polarización del debate son las mayores enfermedades de una democracia con síntomas de fatiga. El debate de las ideas se ha perdido y sólo queda el insulso argumentario de partido. Fruncir el ceño, gesticular y emplear un lenguaje soez es menos ofensivo que probar con serenidad la validez de un planteamiento lógico, pero esto es algo que los gurús de partido, embotados por la voracidad de las redes sociales y por el “clickbait”, todavía no han entendido.

Juan Carlos Rodríguez Tur

Abogado

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