Hoy les he tomado prestado a “Fito y Fittipaldis” el título del artículo, los cuales, a su vez, lo tomaron prestado del refranero popular, Nunca hay que empezar la casa por el tejado.
Lo que se está haciendo en España en materia legislativa es empezar la casa por el tejado. Se otorgan derechos de una gran trascendencia para su futuro a menores en ausencia y sin la intervención de sus tutores o padres, según sea el caso. De aquel a quien ostente la patria potestad.
El artículo 12 de la Constitución establece que los españoles son mayores de edad a los dieciocho años. El artículo 315 y siguientes del Código Civil establece en que consiste la mayoría de edad, la cual, en definitiva, no es más que tener acceso al principio de igualdad que regula el artículo 14 de la CE78.
Un sabio, quizás uno de los más eminentes políticos que existen en la historia de la humanidad, CICERÓN, dijo, cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes.
Esto es exactamente lo que está pasando con las últimas leyes que viene aprobando las Cortes Generales a propuesta del Gobierno de la Nación y dentro de esté por los comunistas que lo integran, y por definición más radicales y menos demócratas. La historia avala esta afirmación, los grandes tiranos y mayores asesinos de la historia moderna fueron comunistas.
Cuando un ciudadano español accede a la mayoría de edad la legislación le permite hacer una serie de cuestiones como son el derecho a trabajar, a administrar sus bienes, a comprar alcohol, a comprar bienes y a salir libremente del país sin limitación alguna. Sin la autorización de nadie.
La relación podría ser más amplia pues responde a la vida cotidiana que llevamos todos los ciudadanos, aparentemente cosas menores. Pero resulta que siguiendo el dictado de Cicerón, cuando va a caer un gobierno las leyes son más locas, el legislador español autoriza a los menores de edad, sin la intervención de los padres o tutores, a abortar, a cambiar de sexo con una mera manifestación ante el Registro Civil.
Obviamente lo primero que debería haberse hecho es la supresión del concepto jurídico de mayoría de edad, pues a un menor se le están dotando de facultades que afectarán de forma trascendente a lo que será el resto de su vida. En derecho, en el foro, se dice que quien puede lo más, puede lo menos.
Es decir, deberían haber suprimido el artículo citado de la Constitución y los de Código Civil y equipara los derechos de los hoy mayores y menores de edad.
Esta situación nos puede llevar al absurdo pues nos podemos encontrar ante decisiones que arruinarán la vida del menor y que se someta a tratamientos médicos que pueden resultar o agresivos o irreversibles.
Sin más ánimo de poner un ejemplo, lo centraré en mí, a los casi cincuenta y seis años determinadas decisiones de menor trascendencia que el cambio de sexo me suponen mucho tiempo de reflexión y de estudio. Soy un ciudadano normal con estudios superiores y que ejerzo una profesión desde hace más de treinta años. Y aun así dudo ante determinadas situaciones, ¿cómo puede adoptar una decisión un menor de edad, en formación y sin experiencia vital alguna sin contar con sus progenitores? ¿De verdad está en condiciones humanas de prestar un consentimiento? Nos estamos volviendo locos.
No puedo sino concluir que todos aquellos que han votado a favor de estas leyes, los que las has impulsado y los que las han redactado, son responsables de un acto temerario, tan temerario que en este país esto se pagará caro; no estoy discriminando a nadie por razón de su condición sexual, simplemente digo que, desde el sentido común que tengo, es una temeridad legislar en estos términos, no podemos, no tenemos derecho los adultos a trasladar determinadas decisiones a personas que no están preparadas ni son lo suficientemente maduras para tomarlas.
No soy capaz de entender que pasa por la cabeza de la ministro Montero, la de igualdad. Sus planteamientos son pueriles y de una inmadurez insoportable y sin embargo es ministro. Sin ninguna preparación y sin ningún sentido de Estado. No es posible que se propongan estas leyes, se recaben apoyos, se aprueben y apliquen de una manera tan frívola, todo por una butaca y unos metros de moqueta.
Para terminar debo hacer referencia a alguien que influyó de manera esencial en la ciencia política, MONTESQUIEU, no existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencia de Justicia. Que tomen nota quienes nos gobiernan.