Hoy voy a hablarles de la genuina y mejor candidata de la oposición a las próximas elecciones municipales en Palma. No se equivoquen, no es a la abogada catalinera Maria Pascual a quien vamos a diseccionar, sino a la que, con toda probabilidad, más votos puede proporcionar a las listas del Pi, del PSOE, de Més o hasta de Podemos si es que los coleteros finalmente se presentan. Se llama Margalida Duran, no es palmesana, sino militante del comité o junta local de Llucmajor y vive en Marratxí, aunque eso sí, como el 99,9% de los mallorquines nacidos hace más de cuarenta años, vino al mundo en un centro sanitario de la capital, lo que le ha servido para invocar sus hondas raíces llonguetes. Tiene cojones, dicho sea en términos de estricta defensa y con el debido respeto. Una López-Istúriz en plan doméstico, vaya. El detalle es que la mejor candidata de la oposición milita en el PP, el partido que se permite el lujo de enviar a casa a Mateu Isern por el escozor en la frente que provoca en su presidente.
Quienes la conocen bien me la describen con los siguientes epítetos: insegura, ambiciosa, manipulable... todo un dechado de virtudes muy convenientes para agradar a sus jefes, que prefieren el perfil sumiso de la llucmajorera al exceso de pensamiento del actual alcalde. Eso sí, también remarcan que Duran es buena persona y que le agrada complacer al boticario y su asistente, el estudiante de derecho.
A Bauzá y a Rodríguez no les basta insultar a los palmesanos digitando como candidata a una foránea que sólo conoce bien de Ciutat la avenida Jaume III y El Corte Inglés, sino que además exigen que se trate de un perfil más bien limitadito, dicho sea finamente. Hasta la fecha, y cuento desde 1979, los alcaldes de Palma han sido siempre titulados universitarios, algo exigible como un mínimo elemental en una ciudad de más de 400.000 habitantes, la octava capital española por población y una de las más conocidas internacionalmente por razones obvias, lo que implica la necesidad de codearse con personalidades del más alto rango.
Ramon Aguiló es Ingeniero Industrial, Joan Fageda, Arquitecto Técnico, Catalina Cirer, Licenciada en Ciencias Empresariales, Aina Calvo, Doctora en Pedagogía, Mateu Isern es Licenciado en Derecho.
Margalida Duran, a la espera de comprobar los archivos de CCC, carece de cualquier clase de formación diferente a la del espíritu nacional, que es la única que importa al jefe de su centuria. Su experiencia profesional se limita a la promotora familiar -el ladrillo que tanto gusta a los populares- y a negocios en la zona de Cala Pi.
La irresponsabilidad de Bauzá parece no tener límites. Puso como consellera de Educación a un personaje propio de Torrente. Quienes trabajamos en el mundo de la enseñanza hemos sentido vergüenza en carne propia cuando oíamos en Madrid y en otras comunidades los comentarios sobre nuestra consellera de parte de responsables del ministerio o de otras administraciones, la mayoría, por cierto, compañeros de militancia de semejante calamidad.
No le ha bastado, ahora quiere fustigar a los palmesanos con una candidata propia de una asociación de vecinos. Se la sopla. Confía en que Rodríguez la pasee por las barriadas que no conoce, es decir, por todas, y la lleve en volandas arropada por sus palmeros. Hasta para Álvaro Gijón es humillante tener que ceder el puesto a la favorita de Bauzá. El boticario prefiere la docilidad de la de Llucmajor a la posible competencia de un Licenciado en Económicas y MBA palmesano. Cree que el hecho de que Gijón haya nacido en Granada constituye un obstáculo electoral mayor que cualquier grado de incompetencia. De las autopistas de la educación, a las de la gestión municipal.
A este paso, los próximos candidatos ideales del boticario van a ser los sesudos concursantes de Adán y Eva.
Eso sí, puede que Duran consiga en Palma incluso menos votos que Bauzá. Y esa es la clave, no lo duden.