La Audiencia de Palma, el tribunal que dictó la condena para Iñaki Urdangarin que el Supremo ha mantenido este martes en lo esencial salvo por una ligera rebaja en la pena de 5 meses, será la que decidirá en primera instancia si el cuñado del Rey debe o no ingresar en prisión.
El fiscal previsiblemente pedirá, tras conocer la sentencia, que se celebre una vista para decidir si se adoptan medidas cautelares para los afectados en tanto no se convierte en firme la sentencia.
Para que se confirme definitivamente el fallo del Supremo solo resta el dictamen del Tribunal Constitucional, al que probablemente acuda en petición de amparo el reo.
La petición del fiscal para Urdangarin será de prisión preventiva, casi con total seguridad, dada la gravedad de la condena. Ante esa solicitud, la Audiencia puede suspender su ingreso, ante la perspectiva de que el TC admita a trámite el recurso, o enviarle a la cárcel.
Lo cierto es que, aun en el caso de que el TC admita a trámite el recurso de Urdangarín, lo previsible es que no suspenda la ejecución de la pena y que por tanto, tampoco evite el ingreso en la cárcel del reo o de la orden de que salga de la cárcel si hubiera ingresado ya.
Habitualmente, el TC solo suspende al admitir a trámite un recurso de amparo contra una condena si la pena en cuestión es inferior a cinco años, lo que no sucede en el caso de Urdangarín.
Urdangarin podrá elegir prisión si se presenta voluntariamente
Solo un recurso al Constitucional podría demorar ese ingreso en prisión, pero el criterio habitual de ese tribunal es el de no suspender la ejecución de las condenas que sean de más de cinco años.
Tal y como establece la normativa penitenciaria, Urdangarin, como cualquier otra persona que haya sido condenada y se encuentre en ese momento en libertad, podrá acudir con el mandamiento a cualquier instalación penitenciaria de España, donde tendrá que ser acogido obligatoriamente.
Como establece la normativa, cualquier instalación penitenciaria tendría la obligación de acoger a Urdangarin si allí llegara voluntariamente, desde cualquier Centro de Inserción Social (CIS), hasta los dos hospitales penitenciarios o las tres cárceles de mujeres, aunque lógicamente no será ninguno el elegido.
Sea cual sea la cárcel donde vaya, lo normal es que pase por todos los trámites del primer ingreso. Se le hará una ficha y será reconocido por el servicio médico, además de ser entrevistado por un equipo multidisciplinar formado por trabajadores sociales y psicólogos que el evaluarán.
Como es habitual, el preso pasará la primera noche en el módulo de ingresos y después se le trasladará al módulo más adecuado. Probablemente, y dadas sus características, al conocido como "de respeto", donde el interno, al que se clasificará en segundo grado, acepta unas normas de comportamiento e higiene y de organización de la vida diaria en esa instalación.
De todos modos, la prisión puede analizar si la cárcel que ha elegido Urdangarin es la más apropiada y, acogiéndose al artículo 75 del Reglamento Penitenciario, Instituciones Penitenciarias puede decidir cambiarle de prisión si considera que la elegida por el condenado no es la idónea para salvaguardar la seguridad del interno o el buen orden del centro.
Urdangarín podrá elegir desde la cárcel con menos presos, como es la de la isla de La Palma, hasta uno de los denominados centros tipo, como puede ser la prisión de Estremera (Madrid), con capacidad para algo más de 2.000 internos. En total, podrá seleccionar entre las 70 cárceles dependientes de la administración del Estado y las 12 de Cataluña, la única comunidad que las tiene transferidas.
Probablemente, el marido de la infanta Cristina ya tenga tomada su decisión y pasará a formar parte de los 59.556 reclusos que, a primeros de este mes, estaban internos en las cárceles españolas, de los que más de 8.000 lo están en las catalanas.
Una población reclusa bastante inferior a los casi 70.400 presos, tanto preventivos como penados, que estaban ingresados en las prisiones de nuestro país a finales de 2011, cuando estalló el caso Nóos. Desde esa fecha, el descenso en el número de reclusos se cifra en el 15,4 por ciento.
Y si Urdangarín prefiere cumplir su condena en una cárcel más nueva, sería la de Archidona (Málaga) la primera opción, al ser la última en inaugurarse y que junto a las de Ceuta, Pamplona y Murcia 2 son las cuatro más nueva. Otras, como la de Soria, están ya construidas, pero aún sin actividad