OPINIÓN | POLÍTICA

Los principios son lo último, la prueba irrefutable

“Ni españolistas, ni regionalistas: vanidad y traición”. Con este titular se resume la reciente ‘alcachofa’ a la que ahora se suma la prueba documental de la principal tesis de esa columna. Cuando Jaume Font aspiraba aún a todo en el PP, estuvo dispuesto a pactar hasta con el diablo. Muchos creen o pintan a Carlos Delgado como el demonio en persona, aunque sin cuernos, rabo y tridente. Pero hasta con el más “españolista” del Partido Popular estuvo dispuesto a llegar a un gran acuerdo el “regionalista” de Sa Pobla, que ahora puede hacer que incluso Unió Mallorquina renuncie a su nombre y siglas con tal de ficharle y evitar su previsible debacle electoral. No hace ni año y medio, cuando ya todos conocían de sobra las tesis del alcalde de Calvià y algunos se escandalizaban por su “radicalidad”, Font no puso reparo alguno en ir de su mano. En el acuerdo secreto hoy desvelado, él se situaba al frente del partido y  Delgado, de escudero, a su lado, es de suponer que a la derecha. El entonces rebelde y actualmente mudo y disciplinado alcalde se habría convertido en vicepresidente del PP balear; habría ocupado el mismo puesto que finalmente le ha concedido José Ramón Bauzà, que lo ha integrado en su equipo, pese a derrotarle en el congreso regional de la formación y al que finalmente el ‘calvianer’ se presentó solo, porque el entonces todavía portavoz ‘popular’ en el Consell y José María Rodríguez al final se lo pensaron mejor. Font entonces explicaba que pesaba su fidelidad al partido. ¿O fue porque Bauzà le prometió liderar la lista al CIM?, promesa después incumplida. Que nadie se lleve a engaño –tampoco los dirigentes del PP que, curiosa y sorprendentemente– han entrado en un debate artificial e interesado sobre la ideología de su partido. Cuando Font estaba dispuesto a presentar batalla a la dirección insular, a Rajoy y a toda la plana mayor de Génova, con Delgado y Rodríguez, no se hablaba ni de principios, ni de programa electoral. Ni cuatro de cincuenta líneas, menos de un 10%, del folio secreto, estaban destinadas a definir las directrices ideológicas y sólo se incluía expresamente la “libertad de elección de lengua”, que el de Sa Pobla entonces aceptaba (ahora está por ver), y la definición como catalán o mallorquín quedaba abierta para más adelante. ¿Principios? Los contados de esta historia de vanidades y traiciones. El final, aún está por escribirse. Quedan poco más de 100 días para las elecciones y los socialistas, uemitas, así como todas las fuerzas de izquierdas y nacionalistas, sueñan con que el populista se presente a las elecciones el 22 de mayo, con quien sea, con tal de que reste algún voto a su partido de toda la vida, al que tanto quería…

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