En el mapa político balear, Unió Mallorquina (UM) podría haber sido un referente positivo en el ámbito del regionalismo y del nacionalismo moderado, algo que sí fue al principio, pero con el tiempo se acabaría convirtiendo en una formación sin una ideología definida, cuya única razón de ser parecía ser ya sólo intentar detentar siempre parcelas de poder, para que algunos de sus dirigentes más destacados y de sus militantes más acríticos consiguieran, a través del clientelismo, su propio enriquecimiento personal.
El primer partido político español que, literalmente, desapareció por la corrupción fue Unió Mallorquina. Ocurrió el 28 de febrero de 2011, día en que esta formación aprobó su propia autodisolución, cercada por el creciente número de casos de corrupción que la afectaban y que estaban siendo investigados judicialmente desde hacía ya tiempo.
La gota que colmó el vaso fue la aparición del denominado caso Picnic, en el que la Fiscalía Anticorrupción investigaba una presunta malversación de fondos públicos en un organismo del Ayuntamiento de Palma que UM gestionó durante los tres primeros años del mandato 2003-2007, con la socialista Aina Calvo como alcaldesa. Paradójicamente, este caso sería finalmente archivado por el juez instructor un lustro después, al considerar que no había quedado acreditado ese delito de malversación en el consistorio palmesano.
La propuesta de disolución de UM había sido presentada por quien acabaría siendo el último presidente de esta formación nacionalista de centro, Josep Melià Ques, quien, al mismo tiempo, propuso también que la nueva designación del partido pasase a ser Convergència per les Illes (CxI). Ambas ideas fueron aprobadas por el 85 por cien de los asistentes al Comité Nacional celebrado aquel histórico 28 de febrero de 2011.
En dicha reunión se acordó, asimismo, la dimisión en bloque de la antigua junta directiva de UM para facilitar el nombramiento del nuevo comité de dirección de CxI, así como también la disolución del comité de UM de Palma y el cambio de sede del partido, que desde hacía casi una década se encontraba ubicada en el entresuelo del número 21 de la calle Sindicat de la capital balear.
Con esta metamorfosis, Melià quería transmitir la imagen de una ruptura total y absoluta con el pasado, un pasado que incluía una decena de causas judiciales abiertas por corrupción y la imputación de tres expresidentes de UM, incluidos Maria Antònia Munar y Miquel Nadal. Finalmente, tanto Munar como Nadal y otros ex altos cargos de este partido acabarían siendo juzgados y condenados a penas de prisión.
LA FIGURA DE ALBERTÍ
Unió Mallorquina había sido fundada en octubre de 1982 por el exdirigente de UCD en Baleares Jeroni Albertí, en principio como una opción política de carácter regionalista. La trayectoria previa de Albertí le avalaba como impulsor y garante de este nuevo proyecto, pues había sido una figura política clave en la etapa preautonómica balear. Así, fue el primer presidente del Consell General Interinsular —antecedente directo de lo que hoy es el Govern—, que se constituyó formalmente el 28 de julio de 1978. En aquel momento, Albertí era senador por UCD.
Albertí se convertiría también en el primer presidente del Consell de Mallorca tras los comicios locales del 3 de abril de 1979. De ese modo, a partir de 1979 y hasta 1982, presidió al mismo tiempo tanto el Consell General Interinsular —por elección indirecta— como el Consell de Mallorca —por elección directa—. Una de las particularidades del Consell General Interinsular fue, precisamente, que sus integrantes y sus dos únicos presidentes —Jeroni Albertí y Francesc Tutzó— fueron elegidos siempre de forma indirecta a lo largo de los cinco años de existencia de este órgano.
Gracias a la mediación de Albertí siendo aún presidente del Consell General Interinsular, en el verano de 1981 UCD y PSOE llegaron a un acuerdo acerca de cuál debería ser el texto definitivo del primer Estatuto de Autonomía de Baleares, que finalmente fue elaborado por la 'Asamblea de parlamentarios y consejeros interinsulares' los días 4, 6 y 7 de diciembre de 1981. Dos semanas después, el 16 de diciembre de 1981, el proyecto del Estatut fue presentado en el Congreso, si bien no sería aprobado definitivamente por la Cámara Baja hasta el 22 de febrero de 1983, con 206 votos a favor, uno en contra y 97 abstenciones.
Tres meses después, el 8 de mayo de 1983, se celebraron elecciones municipales en el conjunto de España y elecciones autonómicas en 13 comunidades, incluida Baleares. La candidatura de Gabriel Cañellas por AP-PDP-UL y la de Fèlix Pons por el PSOE obtuvieron el mismo número de diputados, 21 en total. En aquel contexto, la UM de Albertí, que había logrado seis escaños, decidió apoyar a Cañellas en la investidura. De ese modo, el 10 de junio Cañellas se convirtió en el primer presidente autonómico de Baleares. Por su parte, Albertí volvió a ser elegido presidente del Consell de Mallorca, al disponer del aval acordado con los populares. El pacto firmado en 1983 entre los populares y los uemitas se rompería en octubre de 1985, tras dos años de discrepancias entre ambos socios.
Albertí fue quien tomó la decisión de romper con Cañellas, aunque este pudo seguir gobernando hasta el final de aquella legislatura. Pese a este "divorcio", en los comicios autonómicos de 1987 ambos volvieron a pactar. En el contexto de ese acuerdo, Cañellas nombró a Maria Antònia Munar consellera de Cultura del Govern y facilitó que Albertí pudiera ser elegido presidente de la Cámara autonómica. Munar era entonces alcaldesa de Costitx, cargo al que había accedido en 1979 en las listas de UCD con sólo 24 años de edad, lo que la convirtió en aquel momento en la alcaldesa más joven de España. Suele decirse que Munar fue también la primera mujer alcaldesa que hubo en Mallorca, si bien en sentido estricto la primera mujer alcaldesa que hubo en la isla fue Magdalena Mulet, quien el 19 de agosto de 1969 sería designada alcaldesa de Santa Eugènia.
LA UM DE MUNAR
La estabilidad institucional que vivía UM en los años ochenta no se correspondía, sin embargo, con su propia situación interna como partido. De hecho, vivió su primera gran crisis poco antes de la celebración de su tercer congreso, celebrado en junio de 1988. En dicho cónclave, Albertí tenía previsto presentarse a la reelección como líder de UM, pero la aparición de un sector crítico le hizo cambiar de opinión y determinó su renuncia al cargo. En esta tesitura, se eligió como presidente de UM a un hombre de consenso, Antoni Pons Sastre, que en aquel momento era el alcalde de Inca.
Por su parte, el PP y UM seguían siendo unos socios mal avenidos, pero aun así acordaron presentarse en coalición en las elecciones autonómicas de 1991, una decisión que provocó que Albertí abandonase el partido que había fundado nueve años atrás. La citada coalición lograría la mayoría absoluta y Cañellas mantendría como consellera de Cultura a Munar, a pesar de que casi siempre iba "por libre", sobre todo en su defensa del catalán. Fue en esa época cuando, por vez primera, Munar vio que era posible que pudiera pasar a liderar UM. Esa confianza hizo que decidiera presentar su candidatura para presidir el partido poco antes de la convocatoria de su cuarto congreso, que se celebró en abril de 1992.
Tal como se esperaba, Munar resultó elegida presidenta de UM por una abrumadora mayoría, en un cónclave en el que además anunció un progresivo desmarque con respecto al PP y en donde también expuso su deseo de que UM acentuase aún más su perfil nacionalista. Ambos planteamientos, junto con la creciente tensión existente entre Cañellas y Munar, provocaron que Cañellas destituyera a Munar como consellera en septiembre de 1992. Una parte de UM apoyó entonces la decisión de Cañellas y otra parte la criticó, lo que originó una nueva crisis interna en el seno de este partido, que Munar superó unos meses después expulsando de UM a los dirigentes que la habían "traicionado".
Seguramente fue en aquel momento cuando, pensando ya en el futuro, Munar decidió que a partir de entonces UM podría pactar tanto con el PP como con el PSOE en todas las instituciones, haciendo valer su condición de partido "bisagra", siempre a mucha distancia de las dos fuerzas históricamente mayoritarias en Baleares. Fue en aquellos años cuando Munar empezó a ser conocida como 'Sa Princesa' —en mallorquín—, malicioso apodo que le había puesto el periodista Planas Sanmartí, tanto para hacer referencia a su ascendente poder político como a su elegancia y a su enigmática personalidad, en apariencia algo fría y distante.
Gracias a su nueva estrategia política, Munar llegaría a presidir el Consell de Mallorca en tres legislaturas consecutivas, entre 1995 y 2007, en las dos primeras con el apoyo de los socialistas y en la última con el sostén de los populares. Por lo que respecta al Govern, justo después de los comicios autonómicos de 1999, UM llegó a un acuerdo con el PSOE el PSM, IU y Los Verdes, que posibilitó que el socialista Francesc Antich fuera elegido presidente de Baleares, relevando al popular Jaume Matas.
DEL CIELO AL INFIERNO
Tras ese primer 'Pacto de Progreso' en el Ejecutivo regional, en las elecciones autonómicas de 2003 el PP lograría la mayoría absoluta en el Parlament, pero no en el Consell de Mallorca. En esta tesitura, Matas decidió pactar entonces con Munar, para que esta siguiera como presidenta del Consell con el apoyo del PP. A raíz de ese acuerdo bilateral, Munar rompería momentáneamente con la izquierda. Todo parecía entonces posible para la líder de UM. Así, pese a que Matas había puesto en marcha en 2005 la televisión autonómica IB3, Munar no quiso ser menos y creó a su vez la Televisió de Mallorca en 2006.
Si la relación entre Munar y Cañellas no había sido buena, la relación entre Munar y Matas no fue mucho mejor. El detonante del empeoramiento de la mala relación crónica entre UM y el PP fue la decisión de Munar de querer proteger la antigua sede de la compañía GESA —ubicada en la entrada de Palma— y catalogarla como Bien de Interés Cultural (BIC). El Ayuntamiento de Palma, que entonces presidía la popular Catalina Cirer, se oponía a esa protección, al considerar que no estaba justificada a nivel arquitectónico y que dificultaría el desarrollo urbanístico de la denominada Fachada Marítima de la capital balear. Finalmente, en abril de 2007 el Consell de Mallorca declararía el emblemático edificio de GESA como BIC, lo que supuso un nuevo pulso ganado in extremis por Munar.
Como presidenta del Consell, la labor de Munar contó con indudables aciertos, como la potenciación de esta institución insular como el verdadero "gobierno" de Mallorca o la recuperación de señas de identidad que se remontaban al antiguo Reino de Mallorca, pero también tuvo un lastre definitivo, el del clientelismo en su forma de actuar. De hecho, la gestión de Munar empezó a estar en entredicho siendo aún presidenta del Consell, cuando empezaron a salir a la luz diversos casos de presunta corrupción vinculados sobre todo a Munar y a la cúpula de UM. Aun así, en junio de 2007 Munar aún conseguiría ser elegida presidenta del Parlament, gracias al apoyo del PSOE y del Bloc, antecedente de Més. Poco después, en diciembre de ese mismo año, dejaría voluntariamente el liderazgo de UM y cedería el testigo a Miquel Nadal.
La legislatura 2007-2011 fue la última en la que UM tuvo aún importantes parcelas de poder, por mor de los acuerdos de gobernabilidad suscritos en el Ejecutivo balear, el Consell de Mallorca y el Ayuntamiento de Palma entre el PSOE, el Bloc y UM. Gracias a esos pactos, Antich fue elegido nuevamente presidente del Govern, Francina Armengol fue nombrada presidenta del Consell y Aina Calvo accedió a la Alcaldía palmesana. Los citados tripartitos quedaron rotos el 5 de febrero de 2010, cuando UM fue expulsada de los equipos de gobierno de esas tres instituciones a raíz de la aparición de un caso de presunta corrupción en un organismo del Govern que gestionaba UM.
Previamente, en 2008 y 2009, las investigaciones de la Fiscalía Anticorrupción habían ido cercando cada vez más a Munar, razón por la que el 26 de febrero de 2010 presentó su dimisión como máxima representante de la Cámara regional y anunció también su abandono de la política. En la mayor parte de las causas judiciales abiertas contra UM, fiscales e instructores apuntaban a presuntos desvíos de fondos públicos ocurridos en el Consell cuando estuvo presidido por Munar. Poco después, llegarían ya los primeros juicios y posteriormente tres condenas de cárcel para la expolítica isleña.
FINAL DE ETAPA
Munar ingresó en el Centro Penitenciario de Palma el 24 de julio de 2013, un día después de haber sido condenada por la Audiencia Provincial a seis años de prisión por los delitos de fraude y revelación de secretos en el marco de la pieza principal del denominado caso Can Domenge, que se centró en la adjudicación irregular del solar del mismo nombre a la promotora Sacresa. Los terrenos de Can Domenge, ubicados en Palma, fueron vendidos por el Consell de Mallorca a la citada promotora en 2006 por 30 millones de euros, cuando su coste estimado real era en aquel momento de unos 60 millones.
El fallo de la Audiencia Provincial fue recurrido por Munar ante el Tribunal Supremo, pero en mayo de 2014 el Alto Tribunal confirmó la práctica totalidad de la sentencia originaria, rebajando sólo la pena de inhabilitación. El Tribunal Supremo consideraba "increíble e inaceptable" que Munar ignorase que la finca de Can Domenge iba a ser enajenada "por un precio llamativamente inferior a su precio real de mercado".
La segunda pena de cárcel para Munar se había confirmado un poco antes, en octubre de 2013, cuando el Tribunal Supremo condenó a la expresidenta de UM a cinco años y seis meses de prisión por los delitos de prevaricación, malversación, fraude y falsedad en el marco de otra causa, el llamado caso Maquillaje. En dicha causa, se investigaba un presunto desvío de fondos públicos por parte del Consell a través de subvenciones irregulares.
Por último, en enero de 2018 el Alto Tribunal fijó para Munar una pena de dos años y medio de cárcel, más una multa de cinco millones de euros, por un delito de cohecho pasivo en el marco de una pieza separada del caso Can Domenge. En la citada pieza se había investigado si en 2006 la propia Munar y dos consejeros del Consell de Mallorca en aquella fecha, Miquel Nadal y Bartomeu Vicens, habían acordado pedir cuatro millones de euros a Sacresa a cambio de garantizar a esta promotora que sería la ganadora del concurso público que la institución insular convocó para dar apariencia de legalidad a la venta del solar de Can Domenge.
Las tres condenas por corrupción sumaron un total de 14 años de privación de libertad. Tras haber pasado siete años en prisión, la Audiencia Provincial dictó el 21 de octubre de 2020 un auto en el que consideraba procedente que se le concediera a Munar el tercer grado penitenciario. Previamente, había disfrutado de su primer permiso penitenciario en julio de 2018 y desde entonces había tenido varios permisos más. En estos últimos años, Munar ha ido recuperando de manera discreta su presencia en actos de tipo social y cultural, en donde es recibida siempre de manera cordial y respetuosa.
REFUNDACIÓN NACIONALISTA
Desde que anunciara su abandono de la política en 2010, Munar fue por completo ajena al devenir posterior del partido que había presidido, por lo que no influyó ni en la disolución de Unió Mallorquina ni en la creación de Convergència per les Illes. La primera prueba de fuego para esta formación surgida de las cenizas de UM fueron las elecciones autonómicas de 2011, en las que el PP conseguiría la mayoría absoluta en las principales instituciones, de la mano de José Ramón Bauzá. Por su parte, CxI no logró representación en el Parlament, el Consell o el Ayuntamiento de Palma. Esos malos resultados hicieron que el presidente de CxI, Josep Melià Ques, decidiera contactar con otros partidos de ideología similar, como Es Nou Partit d'Eivissa, Unió Menorquina o la Lliga Regionalista de les Illes Balears, fundada por el exdirigente del PP Jaume Font.
Finalmente, esas cuatro formaciones acordaron crear un nuevo partido, que nació bajo la denominación de Proposta per les Illes (PI) en el congreso constituyente celebrado el 16 de marzo de 2013. Dos años después, en los comicios autonómicos de mayo de 2015, el PI consiguió tres escaños en el Parlamento regional y otros tres en el Consell de Mallorca, unos resultados casi idénticos a los que solía obtener UM en el pasado. Sin embargo, los escaños logrados por las demás formaciones en aquellos comicios hicieron que, por vez primera, los votos de los nacionalistas de centro no fueran decisivos para conformar una nueva mayoría en ambas instituciones.
Así, en las legislaturas 2015-2019 y 2019-2023, la suma de los escaños del PSOE, Més per Mallorca, Més per Menorca y Podemos fue suficiente para investir a la socialista Francina Armengol presidenta del Govern en esos dos mandatos. La situación para el PI empeoró aún más en las elecciones autonómicas y municipales celebradas en mayo del pasado año, ya que se quedó sin representación en el Parlament y sólo logró dos escaños en el Consell, en donde el presidente es hoy el popular Llorenç Galmés, quien gobierna junto con Vox.
Pese a la evidencia de un innegable estancamiento en el PI, lo que nadie esperaba era que el pasado mes de febrero UM "resucitase", una vuelta a la vida que se produjo cuando antiguos dirigentes de esta formación como Damià Nicolau o Cristina Cerdó anunciaron su deseo de refundarla. Los ex altos cargos uemitas dijeron entonces que es necesario recuperar la antigua fuerza que tuvo el espacio de centro nacionalista durante tres décadas. Además, defendieron que UM hizo en su momento una buena labor en áreas como el medio ambiente o la cultura y que ya "pagó" con creces por los diversos casos de corrupción que protagonizó en el pasado. En cuanto al presente, desde el inicio de su refundación UM ha dado a conocer algunas de sus nuevas propuestas, pero manteniendo por el momento un perfil comunicativo bajo.
Parafraseando al maestro Jorge Manrique en sus Coplas, bien podría decirse ahora que para UM cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor. "Ved de cuán poco valor/ son las cosas tras que andamos/ y corremos,/ que en este mundo traidor,/ aun primero que muramos/ las perdemos", decía también Manrique, aunque estos magistrales versos podrían aplicarse tal vez no sólo a UM y a la mayoría de partidos políticos, sino seguramente también a casi todos nosotros.
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