Karoi Art Museum Digital rinde homenaje a la figura del pintor Ignacio Gil

En 1930, acabando de cumplir los diecisiete años, ingresó en la escuela de Bellas Artes de Barcelona, completando los cuatro cursos de dibujo y pintura en un solo año, obteniendo excelentes en todas las notas. Estalla la Guerra Civil y debe alistarse en el ejército para combatir en el frente.

Ignacio, que no quería empuñar armas, aceptó incorporarse a enfermería. Vivió diferentes situaciones que le hubieran podido cambiar la vida durante su periodo como militar. Regresó a Barcelona convencido de dedicarse al oficio de pintor. Al poco tiempo, se desplazó a Mallorca y conoció a un empresario mallorquín que le dio el impulso necesario para que en 1940 hiciera una exposición en la Galería Costa de Palma.

El señor Costa le proporcionaría el contacto de las Galeries Augusta de Barcelona, donde expondría hasta su muerte una vez al año. A partir de ese tiempo no paró de pintar y de exponer. Su visita a Ibiza le enamoró del paisaje para el resto de sus días. Viajó por África y por Oriente y sus obras se mostraron en casi todo el mundo.

Damià Verger Garau, Perito Judicial de Antigüedades y obras de arte y Crítico de Arte, lo describe como un ejemplo de lealtad absoluta al arte. Los óleos de Ignacio Gil siempre destacaron por su inmensa sensibilidad, reflejada en su interpretación onírica de los paisajes y en sus costumbristas estampas.

Su trabajo en general queda como testimonio de un hombre que, a través de su pintura, visionaba no solo los colores de la naturaleza, sino también sus aromas, sus sonidos y sus silencios.