El empresario, fallecido el pasado diciembre, también figuraba como acusado en la investigación que se originó en 2013 con una querella de las sociedades afectadas. La Fiscalía pedía para él seis años de cárcel por delito societario y apropiación indebida, en relación a unos hechos ocurridos entre 2006 y 2012.
Las perjudicadas son cuatro empresas creadas para el desarrollo de proyectos urbanísticos en Cancún, con notables inversores del sector financiero y turístico. El papel de estas empresas era únicamente la tenencia de la totalidad o parte del capital social --actuar como 'caja'-- de las filiales espejo en México.
En ese contexto, la Fiscalía acusaba a Cabotá de haber creado una operativa para traspasar fondos de esas empresas a otras del Grupo Cabotá, en movimientos sin ninguna justificación o mediante dobles facturaciones.
En el banquillo se encuentra su viuda, apoderada de varias de las entidades, y una persona de confianza de Cabotá que figuraba como administrador único. Para la primera la Fiscalía pide cinco años de prisión y para el segundo, cinco años y medio.
Con todo, en su declaración en el juicio ambos se han desentendido de las operaciones supuestamente fraudulentas, asegurando que se limitaban a cumplir con las instrucciones de Cabotá. Han insistido en todo momento en que firmaban lo que aquel les indicaba y que ellos no ejercían funciones de gestión empresarial.
"Yo sólo me dedicaba al tema comercial, a la venta de los pisos, nada más", ha insistido la esposa del empresario fallecido, asegurando que todo lo que firmó fue por instrucción de su marido: "Era mi jefe". En esta línea, la mujer ha expresado que cree que éste le pedía que firmara talones "por una cuestión práctica". La mujer ha asegurado que desconocía la estructura societaria del grupo.
"Yo confié plenamente en él, nunca tuve ningún problema durante los 20 años que estuve con mi marido", ha incidido, desvinculándose de la supuesta trama de desvío de fondos. En este sentido, acerca de los negocios inmobiliarios en el Caribe, "es algo que él llevaba con otra gente" y que dentro del matrimonio apenas comentaban.
Por su parte, el hombre señalado como mano derecha de Cabotá, de 85 años, sólo ha contestado a las preguntas de su abogado. El hombre ha reconocido que fue nombrado administrador de las sociedades porque se lo pidió Cabotá. Sin embargo, fue cuando ya estaba jubilado y creía que era un título meramente "representativo"; según ha sostenido, no cobró por ejercer ese cargo: "Ni podía ni me interesaba".
De este modo, el coacusado ha asegurado que se limitaba a "esperar a que Cabotá le llamara para firmar": "Yo le preguntaba si estaba correcto y él me decía 'sí, puedes firmar'".
Varios exempleados de los proyectos afectados han corroborado que la viuda de Cabotá se dedicaba a publicitar y comercializar promociones en Mallorca, como ha declarado ella; en cuanto al otro acusado, varios han indicado que lo veían con cierta regularidad en las oficinas.
En cualquier caso, todos han coincidido en que las decisiones las tomaba el empresario fallecido. "Cabotá era el que daba todas las órdenes de todos los movimientos que había que realizar", ha declarado un exdirector financiero.