La Fiscalía reclama para el acusado, de origen marroquí, que ya fue condenado en octubre de 2019 por un delito de malos tratos contra la misma víctima, un total de 22 años y medio de prisión por violación, quebrantamiento de condena, amenazas, acoso, maltrato habitual, hurto y revelación de secretos.
La acusación pública pide también que se le prohíba acercarse a menos de 500 metros de la mujer por un plazo de 29 años y que la indemnice con 12.000 euros por los daños causados, además de pagar una multa de unos 8.000 euros.
Asistido por una intérprete, el acusado, que sólo ha respondido a las preguntas de su abogado, ha negado haber llamado a la víctima pese a tener una orden de alejamiento, así como haberla amenazado de muerte o haberle robado el teléfono móvil para instalar una aplicación destinada a controlar sus llamadas y mensajes.
El hombre también ha apuntado que, una vez el juzgado de Manacor dictó la orden de alejamiento por malos tratos, no volvieron a mantener relaciones sexuales, y ha rechazado haberla agredido sexualmente.
"ME AMENAZABA CADA DÍA CON QUE IBA A HACER DAÑO A MI MADRE Y A MIS HIJAS"
Por su parte, la denunciante ha contado que, tras la resolución judicial, el acusado la llamaba y la buscaba porque no tenía ropa, ni comida y estaba en la calle. "Yo acepté ayudarle, pero no nos veíamos, hasta que cogió confianza y volvió a amenazarme. Hice lo que pude y se portó muy mal", ha relatado.
"Él me amenazaba cada día con que iba a hacer daño a mi madre, mi hermana, mis hijas, o a mí. Cedía porque tenía miedo y porque antes ya me había pegado", ha explicado ante el tribunal de la Audiencia.
Cuando decidió no hablar más con su expareja, la víctima ha asegurado, con la voz entrecortada, que la "buscó por todas las playas de Portocolom y, cuando se cansó de buscarme, se quedó delante de la puerta de mi casa esperando a que llegara". También ha contado que el acusado le instaló una aplicación en su teléfono móvil para controlar sus llamadas y mensajes, así como para acceder a su galería de fotos y vídeos.
"ME PEGÓ DOS BOFETADAS Y ME DIJO QUE ME IBA A TIRAR AL AGUA Y NADIE ME ENCONTRARÍA"
Preguntada por la agresión sexual, entre lágrimas, la mujer ha reconocido durante el juicio que le costó "mucho" contar y denunciar lo sucedido: "Me dijo que era una puta, una zorra, una guarra. Me pegó dos bofetadas y me dijo que me iba a matar allí, que me tiraría al agua y nadie me encontraría. Vi el peligro y decidí hacer lo que él quería para poder salir de allí. Estaba paralizada por el miedo, sólo pensaba en mis hijas", ha contado la mujer, quien ha precisado atención psicológica.
A preguntas de su abogada, la víctima ha manifestado que, pese a la orden de alejamiento, el acusado iba a su puesto de trabajo y la esperaba en un callejón cercano.
Por su parte, una de las amigas de la denunciante, que ha declarado como testigo en el juicio, ha relatado también algunos de los episodios de maltrato y acoso que sufrió la perjudicada.
El juicio ha quedado visto para sentencia.
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