Juez y fiscal deben rehacer puentes
sábado 28 de junio de 2014, 09:38h
El enfrentamiento entre el juez José Castro y el fiscal Pedro Horrach a raíz del mantenimiento de la imputación de la infanta Cristina por parte del magistrado, se ha convertido en motivo de debate en toda España. Y no es para menos. A Castro y a Horrach les ha tocado lidiar con el caso que más controvertido de las últimas décadas: la implicación de la hija del Rey Juan Carlos en un caso de corrupción. El asunto sigue su curso y Juan Carlos (por otros motivos) ya ha abdicado. Esta es la auténtica medida del toro que están lidiando estos dos servidores públicos.
El choque es de órdago. Altamente mediático. Pero tanto Castro como Horrach deberían evitar que se convierta en un terremoto. Cuando este fenómeno natural acontece, dos placas terráqueas se separan y luego, indefectiblemente, una acaba superpuesta sobre la otra. Una emerge y la otra se hunde. Lo importante es que impere la profesionalidad de ambos porque saldrá ganando el respeto a la justicia que tanto demandan los ciudadanos.
El fiscal Horrach ha dado muestras de gran profesionalidad en los últimos años. Sin él quererlo ni buscarlo se ha convertido en uno de los acusadores públicos más famosos de España. Eso es mucha responsabilidad. Le impone, junto a su convicción a la hora de perseguir el delito, un notable esfuerzo en pro del dialogo, en este caso con el juez Castro, que sin esperárselo se encontró con el caso Nóos cuando investigaba el Palma Arena. No es bueno para la arquitectura democrática de España que un juez y un fiscal se enzarcen en un choque que por mucho que sea producto de su incuestionable celo profesional, puede llegar a ser poco edificante.
Horrach ha demostrado una sinceridad y fuerza expositiva impecables al expresar su convicción de que la infanta Cristina no tiene ninguna responsabilidad penal en el caso Nóos, Castro asevera lo contrario. Pero lo fundamental es que sobre las espaldas de ambos pesa una responsabilidad enorme que han afrontado con coraje, determinación, honradez y sentido del deber.
Este es el ejemplo que debe quedar de ambos, aunque se peleen, aunque sus criterios choquen, incluso de forma vehemente. Porque lo más importante es comprender que el sistema garantista español funciona, gracias a personas como Castro y Horrach. Y cuando eso ocurre, la justicia acaba imponiéndose por la fuerza de las evidencias.