Hay días en que todo sale mal y otros en los que el viento impulsa las velas. El Mallorca afrontaba su compromiso contra el Rayo conocedor de que los resultados de sus rivales directos le favorecían y, regalos aparte de los madrileños, aprovechó la ocasión.
A los veinte minutos ya ganaba por dos a cero como consecuencia de un error puntual, como los que no le gustan a Olaizola, de Amaya que habilitó a Lago Jr. en solitario delante de Gazzaniga, seguido de un penalti infantil cometido contradictoriamente por un veterano, Baena. Aún así y siendo muy superior al visitante, que justificó plenamente la causa por la que no logra puntuar lejos de Vallecas, un gol de Alex Moreno apenas iniciada la segunda parte metió a su equipo en el partido y los nervios en las filas mallorquinistas. No hay éxito sin sacrificio, ni triunfo sin sufrimiento.
Los locales dominaron claramente en el primer período, pero cedieron terreno innecesariamente después del descanso, reparador para los de Rubén Baraja que intensificaron su esfuerzo sin la menor efectividad. Cabrero intervino solamente en un tiro lejano de Toni Dovale y una parada fácil al cabezazo de Dorado tras un saque de esquina.
La victoria, merecida, saca al equipo de las posiciones de descenso, todavía no lo suficientemente alejado pero si más tranquilo debido a la inferioridad cada vez más evidente de sus compañeros de furgón.