Joan Oliver Rigo, nace en Sa Cabaneta el 11 de junio de 1978, ese mismo mes de ese mismo año, se celebraba la 11ª Copa de Mundial de Fútbol en Argentina y el equipo anfitrión se coronaba campeón, ese año se fundaba la Universitat de les Illes Balears, la OMS declaraba la erradicación de la viruela, unos delincuentes robaban el cadáver de Charles Chaplin en Suiza, en Reino Unido nacía la primera bebé probeta, Miguel Delibes publicaba “El disputado voto del señor Cayo”, Juan Marsé se hacía con el Premio Planeta con “La chica de las bragas de oro”, en referéndum el pueblo español ratificaba la Constitución de 1978, en cine se estrenaban; El cazador, Grease, Superman, El expreso de medianoche, Los niños del Brasil, El cielo puede esperar, El regreso, en televisión eran tiempos de Cañas y barro, Vacaciones en el mar, Yo Claudio, Los Ángeles de Charlie, La Abeja Maya, Aplauso.
Sus padres Llorenç Pau natural de Sencelles que fue trabajador de Agama y de Anita natural de Sa Cabaneta que se dedicó a los trabajos de casa, tuvieron dos hijos; Llorenç y Joan.
De niños vivíamos en Sa Cabaneta en una de las últimas calles del pueblo por lo que parecía que estábamos muy lejos. Había poca gente y usábamos la bici para desplazarnos de un sitio a otro. Era una sensación de libertad, todo el día en la calle, hasta que se ponía el sol no regresaba a casa y los fines de semana siempre actividades con un grup d’Esplai.
¿Qué tal su experiencia como estudiante?
Fui al Colegio Costa y Llobera de Pórtol con ganas, ilusionado. Me apetecía ir a la escuela, me sentía a gusto, rodeados de naturaleza en aquel bosque de pinos. A los doce años empecé a interesarme por hacer algo relacionado con el arte y asistía a talleres de cerámica. Tuve a un profesor al que admiraba, Bernat Riera, fue una época excelente.
En su adolescencia perdió a su hermano que solo tenía quince años.
Mi adolescencia está marcada por su muerte. Era un deportista nato, con una vitalidad deslumbrante, tenía el cuerpo fibroso y musculado, yo le quería mucho, era mi hermano mayor, mi protector.
En ese momento, la voz de Joan se silenció y sus ojos se empaparon - Lo siento, han pasado años desde que ocurrió la tragedia pero cuando hablo de mi hermano me sigo emocionando.
Aquel día nos habíamos ido de excursión con un grupo de gente al Salt des Freu en Orient. Llevábamos unas horas por allí, yo estaba con unos amigos y de repente nos dan la noticia de que mi hermano Llorenç ha resbalado en un salto del torrente y se ha caído. Lo que no podía imaginar es que no volvería a verle nunca más. Mi madre jamás se recupero de aquel golpe.
La vida les cambió, pero no quedó otro remedio que lidiar con el día a día y continuar con sus estudios…
Dos años de ESO en Son Cladera y luego me inscribí en Arts i Oficis y aquello fue como entrar en la gloria. Profesores inmejorables, como Toni Capó o Amelia García, talleres de todo tipo, madera, forja, modelados etc.
Un tiempo después marché a Barcelona y estuve cinco años estudiando escultura y grabado Bellas Artes en Sant Jordi. Una de las profesoras que tuve fue Amparo Sard. Allí aprendes a manejarte en todas las disciplinas artísticas. Me licencié en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona.
Habíamos acabado de tomar café y Francisca le sugirió colocarse detrás de la barra del bar, junto a algunas de sus piezas. Alguien había introducido una moneda en la máquina tragaperras y luego otra, al instante ese desconocido salía del bar refunfuñando.
Decidimos que sería interesante visitar el lugar en donde Joan tiene el taller de grabado y hacía allá nos dirigimos.
Sentí algo de nostalgia cuando llegamos a ese edificio, porque hasta hace unos meses había funcionado como Ciutada Il.legal del escultor Toni de la Mata, un lugar de encuentro de artistas, de exposiciones, música, teatro. Aunque de alguna manera conserva el espíritu, se ha convertido en una división de ambientes, donde varios artistas disponen de taller, estudio, sala de reuniones, lo que hoy en día denominan un Coworking. Espacios de trabajo en definitiva.
En la entrada hay una muestra de esculturas de Joan…
Me va muy bien tener el taller cerca de casa por la comodidad de poder venir andando. Aquí tengo mi tórculo, varias prensas pequeñas que me sirven para cuando enseño. Son aparatos manejables y fáciles para los niños. También doy clases extraescolares en el Colegio Costa y Llobera del que fui alumno, soy profesor de cerámica. Me complace el entusiasmo, es regresar a la infancia, ver como los jóvenes absorben las conocimientos.
¿Qué recuerda de su primera exposición?
Aunque la primera vez que mostré mis obras en público fue en la Capella Fonda de María de la Salut, la primera exposición profesional fue en la Galería Lebasi de Palma en el proyecto de Noves Presències, una muestra de escultura y grabado. Muchos nervios, emociones. Una subida de adrenalina, como ascender de categoría además de contar con un catálogo de tapa dura. Aquel mismo año también lo hice en la Sala d’art Jove de Barcelona con el apoyo de la Secretaria General de Joventut de la Generalitat de Catalunya.
De ahí siguió con más individuales y comenzó a participar en colectivas que llevarían su obra a Alaró, Muro, Marratxí, Felanitx, Binissalem, Manacor, Sencelles, Lloseta, Son Servera, Inca, Campos, Alcúdia, Pollença, Ca’n Picafort, a Formentera, Eivissa, Francia, Barcelona, Madrid, Cuba, Girona entre otros lugares.
¿Cómo definiría su vínculo con la escultura?
Mi experiencia con la escultura es el intento de aprovechar al máximo el trato con el material, sentirlo cuando lo manipulas, ya sea barro, madera, hierro, bronce, resina, cerámica, metacrilato. Cuando lo has acabado debes intentar que hable, que despierte interés, que transmita.
¿Qué puede contarnos de esta exposición en su pueblo?
El Bar la Unión de Pórtol tiene una historia porque fue lugar de encuentro, un centro en el que se conocieron muchas parejas y celebraron su unión. En un tiempo fue un templo emblemático y ahora se adapta a nuestra época y la gente viene aquí a tomarse un variado o a desayunar, o a echar la quiniela, o como en mi caso a exponer. Porque sigue siendo un espacio para citarse. Llegué a un acuerdo para tener una muestra de pintura y traje piezas de etapas anteriores pero la mayoría son de mi obra más actual, y una escultura. Me siento muy satisfecho con el resultado.
¿Qué aficiones practica?
Tengo hijos y disfruto de que vayamos de excursión y de camping, y una de mis aficiones favoritas es la de compartir tiempo con mis amigos, con la gente que te quiere. Algunos trabajos de casa, respirar en mitad de la naturaleza.
¿Con qué artistas haría buenas migas?
Con el escultor Llorenç Ginard que falleció el pasado noviembre y tuve la suerte de conocerle hace unos veinte años. Me iba hasta su estudio de Manacor y nos pasábamos largas horas charlando y debatiendo acompañados de unas cervezas. Le admiro y respeto tanto a él como a la concepción de sus obras. De mayor me gustaría ser como Llorenç, tener su mirada sana e inocente. ¡Qué gran amigo! Me fascina el trabajo del escultor Joan Costa, Pep Coll, Chillida, y bastantes más.
Con su pareja Bel tienen dos hijos; Pau y Roser. ¿Cómo combina la vida familiar y la profesional?
Por las mañanas toda la familia nos ponemos en marcha, Acompañamos a los niños al cole, luego regreso a casa, normalmente tengo algo trabajo de burocracia, voy al taller de creación de grabados, o voy al taller de esculturas que está en una casa de Sencelles.
Aunque uno sea diplomado y otro sea autodidacta y cada uno por igual practique las diferentes disciplinas de la plástica, la visión y la conmoción entre un artista u otro, cambia.
Descríbame para usted el significado de la palabra arte?
Pasión, tensión, aprendizaje continuo, experimentación, ilusión de mostrar las elaboraciones creativas, es la manera de transmitir a través del lenguaje plástico las ideas, los sentimientos más profundos. Es una expresión comunicativa que va más allá del oficio.
Estar delante de un lienzo en blanco impone, es enfrentarte a una pieza desconocida, hay un contenido emocional en la construcción y en la deconstrucción. También depende del estado de ánimo, se nota cuando estás más alegre, apostando por colores más brillantes o si estás más triste y utilizas colores más oscuros.
La mente de un artista no para, de manera constante emergen las ideas en las que profundiza y precisa experimentar. A veces individualmente, otras con otros artistas. Es el caso de su proyecto con Xavier Masero. ¿Qué puede contarnos?
Le conocí estando en Málaga y después de un rato de charla, nos dimos cuenta de que coincidíamos en tantos conceptos que decidimos contemplar la posibilidad de visitar el taller de ambos. Ir yo a Barcelona y él desplazarse hasta mi santuario en Pórtol.
Xavier Masero, nace en Barcelona en 1966 y en su trayectoria ha recorrido la mayoría de países europeos mostrando sus cerámicas, pinturas, esculturas y vídeoinstalaciones. Estudio en la Escuela Massana y perfeccionó su formación con Josep Guinovart y con Paolo Vitali. Masero se maneja en situaciones complejas ante el riesgo que puede suponer usar el ingenio para enfrentarse a elementos geométricos, o mecánicos.
Usted nace en Marratxí, Terra de fang, la tierra de los artesanos alfareros que continúan elaborando elementos de tradición milenaria y en donde se celebra cada año la Fira des Fang, y en donde se dispone del Museu del Fang. ¿Qué puede decirnos de esta seña de autenticidad, de identidad de su pueblo?
Me siento totalmente identificado con la tradición. Para mí, la cerámica es regresar a nuestros orígenes, a nuestras raíces, nuestros ancestros y mi intención es potenciarla hacía el futuro en lo que yo pueda.
Es una pena que la cerámica no esté lo bien considerada que se merece en el universo artístico, es injusto. Además de lo gratificante que supone trabajarla, confirmo firmemente que ayuda a perfeccionar muchos aspectos de otras disciplinas, principalmente, el dominio del volumen.
En diciembre de 2020 gana el Premio Benet Más de Cerámica, lo que le supuso hacerse con uno de los galardones más importantes que se conceden en la isla, relacionados con la cerámica. Su obra “Artesanía Contemporáneo Futuro” se expuso en el recinto ferial durante los nueve días de la celebración de XXXVII Fira del Fang 2021.
Como marratxiner no se puede sentir mayor orgullo. Desde que inicié el proyecto sabía que era un trabajo de ardua investigación, pero yo estaba convencido de que necesitaba aportar mi reconocimiento a esta labor de siglos que se conserva en mi pueblo. Ideé cuatro columnas de dos metros de altura que pretendían ser el fundamento que sostiene esta tradición. Para la elaboración visité a cuantos artesanos de la zona quisieran intervenir con alguna de sus piezas que yo incrustaría en las columnas de barro y con las que poco a poco me daba cuenta de la fuerza y energía que iban recopilando. El valor y la expresión de cuantos son pasado, presente y entre todos, futuro, estaba en el interior de esas columnas que ahora miraban a los ojos de las miles de personas que pasaron por la Fira del Fang y se encontraron frente a ellas. Esta colaboración con las ollerías fue para mí algo de lo más entrañable y satisfactorio que he podido realizar.
A veces es mejor dejarse llevar, porque el inconsciente está empapado y reaccionará al envite. La obra de Joan se multiplica desde el primer esbozo, en la desnudez de su encuentro con la naturaleza. Se adentra en los óxidos, en la composición química, en los esmaltes, en los pigmentos, en la abstracción de sus pinturas, en las vetas de las piedras y de las maderas que convertirá en sus esculturas, en los registros arqueológicos de la cerámica, en cada analítica del juego entre la arcilla y el agua, ahí está un resquicio de la sensibilidad del artista, de su expresión, de su personalidad. Ahí está la mano y el alma de Joan Oliver.
Empezaba a notar el frío de un final de enero y principio de febrero de nieves, justo cuando dábamos por acabada nuestra jornada.
Por unas horas habíamos reaccionado a la energía que transmite esta fecunda tierra de contrastes mitológicos.
Os agradezco la visita. Otro día repetiremos en la Unión. – Gracias Joan.
Texto: Xisco Barceló
Fotografías: Francisca R Sampol