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JASP

Por Joana Maria Borrás
miércoles 18 de marzo de 2015, 17:21h

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El pasado fin de semana, decidí viajar a Barcelona y hacer de “okupa” en un piso de estudiantes. Me cedieron sin rechistar una de sus habitaciones, me agasajaron con todo lo que tienen y también con lo que no tienen.

Miguel, 25 años, arquitecto (Bilbao). Trabaja como ayudante en un despacho de arquitectura en Barcelona, desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche. Hace poco le han subido el sueldo, gana 600 euros al mes.

                Ana, 24 años, diseñadora de interiores (Alicante). Trabaja en una conocida empresa internacional de decoración, diez horas al día por 900 euros al mes.

                Isabel, 23 años, arquitecta (Valencia). Está cursando un Máster y ahorra todo lo que puede para poder pagar el alquiler de abril y mayo, y poder buscar trabajo en Barcelona durante esos meses a fin de no tener que abandonar la ciudad antes del verano.

                Alberto, 25 años, Licenciado en Derecho por la UPF y Licenciado en Comunicación Audiovisual por la UB (Canarias). Trabaja en el departamento de Comunicación y marketing de  una conocida empresa de moda, en calidad de becaria, desde las 9 hasta las 6 de la tarde, por 700 euros al mes.

Durante tres días compartí con ellos su espacio: sofás cansados de estudiantes apoltronados, baños que no conocen apenas la lejía, habitaciones desastrosamente desordenadas, cocinas llena de restos y estantes compartidos….en fin.. Un piso de estudiantes cuyos padres tienen sofás cómodos y elegantes, baños impolutos, habitaciones espaciosas, aireadas y ordenadas, cocinas de diseño….

Comprendí en ese espacio, que somos generaciones responsables, entre otras, de dos situaciones evidentes: la primera, la recesión económica que ellos heredaran. La segunda, haber cometido el error de educar a nuestros hijos pensando que tendrían las mismas posibilidades y las mismas necesidades que nosotros tuvimos.

Constate de nuevo que somos nosotros, los de estas generaciones intermedias, los que tenemos sentimiento de pérdida y los que tenemos miedo. Ellos no. No han perdido nada porque todavía no habían accedido a ello (plazas fijas de funcionarios, trabajos en empresas privadas con buen sueldo, casa chalet adosada con perro e hipoteca…). Ellos tienen puesta su mirada en intentar copiar un modelo que ha resultado ser desastroso, pero no protestan, no gimen, no se echan las culpas los unos a los otros, no saben ni tan siquiera dónde están las oficinas de empleo. Simplemente madrugan y se van a trabajar cada mañana sintiéndose afortunados por tener esos trabajos.

Mientras esos jóvenes siguen construyendo yo miro a mi alrededor y lo único que veo es: políticos preocupados por ganar las elecciones; parlamentos que dedican gran parte del tiempo a debatir temas más propios de la prensa rosa; programas de prensa rosa que se dedican a analizar problemas jurídicos; juzgados que no consiguen o no tratan de impedir convertirse en centro de la prensa rosa; descrédito progresivo del poder judicial; descrédito de la clase política; descrédito de la banca, descrédito promovido por los desacreditados..

Desearía que los programas electorales y la gestión de los políticos que ocupen cargos de responsabilidad la próxima legislatura, se preocupen de esos JASP aunque no sean grupo de presión, aunque no se movilicen para salir en los medios de comunicación, aunque no giman en público ni se laman las heridas por esos tiempos mejores que nunca regresaran, como hacen sus mayores.

Preocuparse por esos JASP no significa nombrarlos a partir de ahora en cada mitin. Significa reinventar fórmulas para ayudarles a encontrar trabajo de una forma más digna.

Ellos son nuestro presente y nuestro futuro y me alivia que sea así, porque no me fío de los de mi quinta….

Dedicado a todos los jóvenes licenciados que todavía no han visto cumplidos sus sueños profesionales.
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