Este llamativo besamanos tuvo lugar este viernes en un pueblo de Calabria. La policía local, que iba tras la pista de Giuseppe Giorgi desde hacía 23 años, encontró su escondite y le arrestó. Al enterarse de la noticia, los vecinos del pueblo acudieron a su arresto a llorar su detención.
No fue fácil dar con él, fueron muchos años de investigación. Los agentes rastrearon en más de una ocasión el domicilio, pues estaban seguros que se encontraba ahí, pero hasta esta semana no habían salido exitosos de la operación. Al final, terminaron encontrando un compartimento secreto detrás de la chimenea de casa de su hija.
El capo se rindió y dijo “basta, basta, estoy aquí, me encontraste”. El comandante del operativo, Vincenzo Franzese, aseguró a los medios locales que se encontraba “prácticamente tapiado dentro de la pared”.