Según un informe de la ONU, a principios del próximo siglo la población mundial alcanzará los 16.000 millones de habitantes.
Este mismo estudio señala que la mitad de todo el crecimiento de la población entre 2013 y 2100 se concentrará en solo ocho países, casi todos ellos situados en África: Nigeria, Tanzania, República Democrática del Congo, Níger, Uganda, Etiopía, India y Estados Unidos.
Mientras que la población mundial en su conjunto ha disminuido, en algunos países en vías de desarrollo el crecimiento es exponencial.
El verano es un buen momento para la lectura, en principio cabría leer temas ligeros, pero en ocasiones cae un libro en tus manos que además de entretener te hace reflexionar. Ese ha sido mi caso con el libro de Dan Brown “Inferno”.
Comencé la lectura sin mucho convencimiento de que me gustara, después de leer El Código Da Vinci o Ángeles y Demonios, pensaba que no me iba a ofrecer nada interesante. Mi impresión estaba lejos de la realidad.
Para quienes no hayan leído el libro, en él Dan Brown desarrolla su historia alrededor de los datos que he expuesto anteriormente. El tema central es la constatación de que tenemos superpoblación mundial. Como en toda historia, hay un personaje macabro que pone en jaque al protagonista; en ésta se trata de un científico brillante que decide dar solución a un problema que nadie parece querer encarar.
Independientemente del desarrollo literario y de las magníficas descripciones que de Florencia y Venecia hace en el libro, lo cierto es que el tema de la historia hace pensar.
Tal como describe el autor, estamos ante un precipicio que todos negamos, no nos gusta ver la realidad tal cual es.
Estos días de nuevo ha habido asaltos a la frontera en Melilla, miles de personas huyen de una situación terrible de hambre y pobreza en busca de un mundo mejor, aunque… ¿realmente les espera una buena situación? En la mayoría de las ocasiones se trata de personas que se dedicaran a la venta ambulante en el mejor de los casos o a la prostitución en el peor, por ser bondadosa.
Coincido con el autor del libro, en que el mundo está sumido en un caos, la población crece y los organismos internacionales no hacen nada para solucionarlo y no se trata de crueldad, ni de ser inhumanos se trata de que nuestro planeta es finito, los recursos son los que hay y si no vamos con cuidado podemos terminar en una situación terrible para todos. Probablemente no sea nuestra generación quien la viva pero si la de nuestros hijos y nietos.
Al igual que con la superpoblación, los gobiernos, incluido el nuestro, vive en la negación permanente con el tema de la inmigración, hace la vista “gorda” porque es un tema políticamente incorrecto, pero es un problema que afecta a todos.
La cuestión es, que al igual que en “Inferno” no vaya a ser que la solución venga de la forma más inesperada, incontrolada y loca, entonces quizás nos arrepintamos de no haber querido afrontar los problemas.