Siempre han existido las infidelidades, coloquialmente llamadas cuernos. Si las han cometido ellos son unos toreros, aunque, si nos ceñimos a la más rabiosa actualidad, yo los rebautizaría como maestros, dignos discípulos de José Tomás. Cuando las infieles son ellas, la cosa cambia. No son amazonas, ni muchísimos menos toreras. La infidelidad es machista y clasista. No es lo mismo largarte con el profesor de zumba que con un compañero de despacho. En las infidelidades, como en la vida, hay clases, por mucho que algunos se empeñen en negarlo. La globalización ha abierto la veda, ya no hay fronteras. Donde antes había cubanos ahora hay rusas, polacos, colombianas, suecos y un sin fin de nacionalidades con libre circulación y derecho al voto triple en cualquier consulta de pandereta.
Porque hoy en día, a diferencia de tiempos pasados, los cuernos también salen del armario. Ya no es una cuestión estrictamente personal, donde en la gran mayoría de los casos hay alguien que te lo oculta o que, por el contrario, te lo cuenta. Las infidelidades hoy son “trending topic”, campan a sus anchas por la red y los periódicos. Rentabilizarlas o no depende del nivel de popularidad o de moralidad con el que cuentes, porque siempre habrá algún medio de comunicación dispuesto a poner tus vergüenzas en portada. El cornudo despierta más ternura social que la cornuda, como los viudos, que no se por qué, siempre dan más pena que las viudas. En ambos casos, a la hora de reponerse, la sociedad siempre juzga si has llorado la pérdida lo suficiente.
La infidelidad en ellos también se achaca a una cuestión biológica, de naturaleza o incluso genética. Porque como en los toreros, los cuernos pueden ser una cuestión de estirpe: hay sagas de infieles. En ellas, sin embargo, cualquier aventura fuera de la pareja o el matrimonio se achaca a un estado de locura transitoria o perpetua o a un desbarajuste hormonal. Sea como fuere, siempre nos quedará aquella concejal de un pueblo remoto de Toledo que ha hecho carrera mediática poniendo los cuernos a su marido y ha roto el tabú: ellas también son infieles.