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Inés en el laberinto

martes 19 de noviembre de 2019, 06:00h

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Los catastróficos resultados de Ciudadanos en las elecciones del diez de noviembre, que han supuesto para el partido la pérdida de 47 diputados y quedar reducido a una mínima expresión de diez representantes en el Congreso, han tenido como primera consecuencia la dimisión y el abandono de la política de su líder histórico, Albert Rivera.

Ahora, el partido debe buscar un sustituto que se haga cargo de liderar una incierta travesía del desierto, para lo que Inés Arrimadas, la exlíder en Catalunya y últimamente número dos electoral y portavoz del grupo en el Congreso, se ha postulado como candidata.

Arrimadas ha manifestado “encontrarse fuerte y valiente para dar ese paso”. Fuerza y valentía va a necesitar y también habilidad política, capacidad de gestión, visión de futuro y acierto en las decisiones trascendentales. El panorama al que se enfrenta no es envidiable. Deberá superar, en primer lugar, el shock en que se encuentra ahora mismo su partido y frenar la más que probable desbandada de muchos militantes, que ya se ha iniciado.

También deberá hacer frente a la precaria situación económica, ya que las subvenciones que el partido recibirá por los magros resultados electorales, no bastan para cubrir las deudas y la renegociación de las mismas no será fácil, sobre todo si, como parece, las fuerzas económicas que han estado ayudando al partido desde hace años, le retiran su apoyo.

Y en lo político, deberá decidir si continúa con su política de negación tajante de cualquier acuerdo con el PSOE de Pedro Sánchez, o si, por el contrario, inicia un acercamiento al mismo.

Acercarse al PSOE tendría un coste de credibilidad personal, ya que ella ha estado incondicionalmente al lado de Rivera en su estrategia de acoso a Sánchez e intento de liderar a la derecha española. Iniciar un giro copernicano hacia la bisagra centrista, que seguramente siempre debió ser y que era lo que deseaban sus soportes empresariales y financieros, no será un sapo fácil de tragar y, además, debería solucionar si mantener, o no, los acuerdos de gobernabilidad en Andalucía, Madrid y otros lugares con el PP y Vox. Especialmente significativo será lo que decida respecto de su relación con Vox. Y las típicas medias verdades, falacias y declaraciones difusas a las que es tan aficionada no le servirán de mucho en estos momentos.

Por otra parte, su figura política personal tampoco está intacta. Después de ser la lista más votada en las elecciones autonómicas catalanas del 155, no hizo el más mínimo intento de presentar candidatura a la investidura, a pesar de que fue repitiendo machaconamente que había ganado las elecciones, en flagrante contradicción con su absoluta inacción a efectos de intentar gobernar. Se conformó con la jefatura de la oposición en el Parlament y practicar un desempeño parlamentario basado en la bronca permanente y el obstruccionismo.

La consecuencia ha sido que en las dos últimas elecciones generales en Catalunya, aunque ella ya no se presentaba por Barcelona sino por Madrid, pero su huella permanecía en el Principado, Ciudadanos ha obtenido 5 escaños en abril y ¡dos! el diez de noviembre.

Así pues, Inés Arrimadas deberá intentar encontrar la salida de su laberinto, que también es el de su partido, político, económico y personal. La primera oportunidad que tendremos de percibir cuál podría ser el camino que piensa seguir, será con ocasión de la investidura de un Pedro Sánchez que acudirá con un acuerdo de gobierno de coalición con Unidas Podemos, si es que llega a concretarse. Tanto si vota no, como abstención, o incluso si vota sí, será muy significativo en cualquier caso, aunque el significado será radicalmente diferente según la opción elegida.
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