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Indivisa manent

martes 29 de marzo de 2022, 06:00h

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Indivisa manent. Manteneos unidos. Lema de los hermanos de las Escuelas Cristianas conocidas también como hermanos de La Salle, en honor de su fundador.

Desde siempre, especialmente desde 1985, cuando, tras cursar el COU, abandoné el Colegio La Salle, me he manifestado lasaliano o lasallista; ambas versiones me definen. Es un orgullo, y un motivo de agradecimiento más a mis padres, que me llevasen al Colegio La Salle de Palma.

Es un colegio concertado, con lo cual, manteniendo el espíritu de su fundador, la economía, el dinero no influye para estudiar en este centro, sino las normas que dicta el Govern balear a través de la Conselleria d’Educació. De elitista nada, salvo en la búsqueda de la excelencia formativa y académica, siempre en beneficio del alumno.

San Juan de la Salle (Reims 1651-1719 Ruan) era miembro de la nobleza rural de Reims. Después de ser nombrado Canónigo de la Catedral, a los quince años abandonó la vida fácil que le proporcionaba la vida familiar y los privilegios eclesiásticos del momento y decidió aplicar sus propios criterios pedagógicos y popularizar la educación. La Salle se arremangó y decidió que los pobres de la Francia del siglo XVII merecían recibir la educación que en ese momento solo recibían los ricos, fundando la Orden de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

La Salle es una congregación con gran presencia internacional y que tiene un ideario de aplicación y enseñanza en todos sus centros, que comprenden la educación en el humanismo cristiano, en la conciencia social, en la acción positiva, en el desarrollo integral de la persona y de la sociedad y, especialmente, en la libertad.

En sus colegios se entiende que no solo se enseñan conocimientos, sino que se forman personas, personas íntegras, buenas, que trasladen en su edad adulta a la sociedad esa formación educativa infantil. De sus centros salen cada años miles de personas preparadas para hacer el bien, para ser solidarios con quien lo necesita, y personas comprometidas con la defensa de la libertad y demás derechos humanos.

La Salle está en España por el empeño excepcional de una mujer, doña Ernestina Manuel de Villena, que trajo a las primeras congregaciones a mitad del siglo XIX. Desde entonces, pese a las persecuciones de las que han sido víctimas en diversos momentos de la historia, incluso durante la Segunda República (fusilados por el ejército republicano y por personas a las que se quiere dar una mano de laca pero que no fueron más que unos asesinos), por su mera condición de religiosos, sin ningún tipo de juicio y solo por lucir una sotana negra y un babero blanco. Esa fue la causa única de su ejecución, y eso, pese a quien pese, también es memoria histórica, incluso para los más desmemoriados o con una memoria sectaria o selectiva.

A estas alturas imagino que se preguntarán a qué viene que les hable de La Salle. Pues, muy sencillo. He recibido hoy (por ayer) un correo de la dirección del colegio de Palma en el que el Colegio La Salle de Palma acogerá a dieciocho niños, niñas y madres en sus instalaciones. Con discreción y sin ruedas de prensa ni propaganda. Solo yo lo publicito sin pedir permiso ni recibir petición alguna.

Cuando he recibido el correo electrónico me he emocionado, pues La Salle sigue siendo el mismo centro en el que me formé y se forman mis hijos y mis sobrinos; la humanidad y ayuda a los necesitados, en primer lugar.

Estoy, no importa que se lo diga, extremadamente orgulloso, y pido a los Lasalianos que nos dirijamos al Director y le ofrezcamos nuestra ayuda. Yo lo hago desde aquí. Una vez más, La Salle, a los que ahí nos formamos y al resto de sociedad, nos da una lección magistral de lo que se debe hacer en tiempos difíciles y con los más necesitados.

En pocos días he vuelto a los orígenes en dos ocasiones. Uno es menor, aunque decepcionante, y este que demuestra la grandeza de una Institución. Ser Lasalianos imprime carácter y, desde aquí, de esta humilde columna, mi agradecimiento, respeto y admiración a profesores, hermanos, personal de administración y de mantenimiento, que hacen posible que La Salle siga viva; que ejerciten la bondad y, sin dudarlo, la esperanza, que mantengan su vela encendida. Manteneos unidos. Indivisa manent.

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