Hubo una época no muy lejana en dónde las madres y abuelas ejercían como nadie la difícil tarea de dar de comer a los niños pequeños, hoy en día ya nos hemos sumado los padres. Aunque algunos más jóvenes no se lo crean, se empleaban a fondo, no admitían un no como respuesta y estaban dispuestas a darlo todo para que te acabases la comida.
EL hecho en si era, que ellas sabían que el comer no era una opción sino una obligación y que si transigían un día era el principio del fin, porque esos niños no pararían hasta comer sólo lo que les diera la gana y cuando quisieran. Si era necesario un “zarandeo” se hacía y punto, si había que meter la papilla a borbotones que se haga, si había que contar cuentos también. Esta última opción era la más suave y tenía el tiempo contado, porque aquellas madres y abuelas tenían mucho por hacer y luchar por que su casa fuera hacia adelante.
Nuestras madres y abuelas tenían la paciencia justa ante la comida, era un territorio vedado para las aventuras y nos lo dejaron muy claro, con lo demás más o menos podíamos ir negociando.
Está claro que algunos no aprendieron nada de lo que es importante en esta vida, que es hacer caso a las madres y abuelas, porque a ellas cuando te decían un no era de verdad, incluso podía ir acompañado de “violencia” o sea ver volar una zapatilla hacia tu cabeza y contra eso lo que había que hacer era aceptar la situación y la verdad es que hemos crecido sin complejos y haciendo de este un gran País, “que vivan las madres y abuelas”
P.D. Cualquier similitud con la situación independentista relatada en este artículo es fruto de su delirante mente pero en ningún caso, un afán de este columnista de quererle inducir a un estado de opinión, para eso ya están los políticos y algunos medios de comunicación.
