La 'Operación Krepis' -bautizada así por las chanclas de estilo griego de los detenidos- se salda con once arrestos. Son todo hombres, a excepción de dos mujeres, y todos nigerianos, una comunidades que se había hecho con el control de la venta al menudeo en Son Gotleu y habían llenano el barrio y otros puntos de Palma, como Plaça de la Mercé o Sa Drassana, de consumidores que se inyectaban la sustancia en plena vía pública, a visto de todo el mundo e, incluso, al lado de colegios.
Las quejas vecinales iban en aumento así que los agentes pusieron en marcha hace dos meses una laboriosa investigación que concluyó este miércoles con un potente operativo que se saldó con once detenidos, cinco locales registrados -bares, peluquerías y 'minimarkets'- y papelinas de heroína intervenidas, que permanecían ocultas en todo tipo de escondites: desde bajos de coches aparcados hasta contadores de Gesa.
"Esta gente sabe que la heroina está peor vista y más penada que el cannabis, así que se tomaban muy en serio los protocolos para no ser descubiertos", indica el inspector Nogales. Desde montar cadenas de tres personas para hacer llegar la sustancia al comprador -uno para contactar, otro para el traslado y un tercero para la entrega- hasta tragarse la papelina en caso de ser sorprendidos por la Policía, ya que trabajaban con formatos pequeños.
"Legalizar el cannabis es una irresponsabilidad"
Entrevista con el inspector Faustino Nogales
Leer más
'AUTÓNOMOS' DE LA DROGA QUE SE AYUDAN ENTRE ELLOS
La Policía descarta, eso sí, que se trate un grupo organizado. Habla, más bien, de "autónomos" de la droga que, al vivir todos en el mismo barrio, se ayudaban y protegían. "Puede ser que todas estas personas, al llegar a España, perteneciesen a un grupo organizado ya no sólo de drogas sino de inmigración ilegal o explotación sexual pero, a día de hoy, de lo que tenemos nosotros constancia es de individuos que trabajan por su cuenta".
¿Y cómo se proveen?: A través de correos humanos. La heroína se produce en Pakistán, Afganistán y Turquía, llega a Barcelona -bastión de grandes proveedores- y de ahí entra en la isla a través de personas del barrio (nigerianos y de otras nacionalidades) a las que los ahora detenidos ofrecen dinero para traerla.
CONSUMIDORES JÓVENES, INCAPACES DE SALIR DE ESE MUNDO
Al otro lado, los consumidores. Un contingente de personas de todas las edades -desde los 25 años en adelante- que ha aumentado en número en el último lustro y que sufre las mismas consecuencias fatídicas -físicas y psíquicas- que el 'boom' de los 80.
"Esta droga genera tal adicción que se convierten en personas totalmente manipulables y manejables. Hacen lo que sea por una papelina, incluso trasladar sustancia de los vendedores a otros compradores, evitándoles el riesgo policial a los primeros", señala Nogales, recordando las entrevistas que han mantenido con algunos de ellos y en las que profundizan en el drama humano que supone el consumo de estupefacientes.
No obstante, el arco de consumo no se limita al prototipo de yonqui que se dedica a cometer hurtos para pagarse la heroina sino que se han topado con personas de otros estratos sociales enganchados a la sustancia para compensar los efectos de otras.
"La labor policial es un buen termómetro de lo que sucede en la calle, en la sociedad. Y hemos visto a chicos de 25 años totalmente enganchados e incapaces de salir de ese mundo", alerta.
Nogales prevé que con estas detenciones se resienta la venta de esta droga en la isla porque "son personas con un amplio historial delictivo" en el tráfico de menudeo, a veces de patrullas in fragantis.
Suscríbase aquí gratis a nuestro
boletín diario. Síganos en
Twitter y
Facebook. Toda la
actualidad de Mallorca en
mallorcadiario.com.