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Help myself

Por Eduardo de la Fuente
domingo 22 de octubre de 2017, 02:00h

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No, no,no... Del vídeo de Help Catalonia no voy a hablar, ni del careto de la chica de acento british que habla haciendo pucheritos, que es muy mona y lo que quieran, pero yo para ver patrañas me pongo una peli de Van Damme y si me apetece meterme una jartá de llorar, un dramón de Clint Eastwood. Tampoco voy a hablar de la panzada de reír que me he llevado con Frank de la Jungla. «Arde Galicia, pero la actualidad es un señor con una puta fregona en la cabeza», ha dicho. Razón no le falta. El país no sé si se rompe. Lo que les aseguro es que se desquicia por momentos. Vayamos con cosas desquiciadas y desquiciantes —palabro, este último, inexistente en la RAE, mas de necesidad imperiosa en estos momentos—.

El Premio Carlo Maria Cipolla de la semana está disputado. Como la columna es mía y soy absolutamente soberano y dictador de lo que aquí aparece, he decidido otorgarle el galardón a Carlos Saura, el joven diputado de Podemos en el Parlamento balear. Recuerdo que al verlo llegar a su primera sesión parlamentaria al inicio de la legislatura, con sus pantaloncitos cortos y la mochila a la espalda creí ver en él a un tierno infante seguidor de Dora la Exploradora. El pasado martes dijo que no se sumaba a una propuesta parlamentaria de apoyo a la Guardia Civil y a la Policía Nacional porque «no quiero vivir en un país de mierda». El pequeño saltamontes de Monedero podría plantearse que la inversión de términos — además de un ingenioso juego para fomentar el pensamiento lateral— nos lleva ver los problemas de otra manera. Tal vez debería reflexionar sobre si acaso es el país el que no quiere según qué mierdas. También podría imaginar un país que de verdad se fuera a la mierda gobernado por personas como él. Y ya puestos, se podría esforzar en verse rodeado de maleantes que quieren robarle la ropa y hacerle pupita por detrás sin que encontrara madero o picoleto dispuesto a ayudarlo. Tal vez en estos momentos extraños en los que La Caixa es valenciana, el Sabadell, alicantino, y el cava Codorniu, riojano, Saura ha sucumbido a la moda y ha decidido mudar la sede social de su cerebro a Son Reus.

No es el único dislate del podemita. Para que vean por dónde van los tiros, les dejo la biografía que el propio Saura divulga en la página web de Podemos: «Nací en Palma en el año 1988. He vivido en Barcelona, Berlín, Granada y Francia. He estudiado humanidades en la Universidad Pompeu Fabra y un máster en filosofía contemporánea, especializándome en filosofía de la globalización (Antropología filosófica y filosofía política). Mis conocimientos parten de una infinita curiosidad por lo que me siento cómodo en cualquier ámbito que me permita aprender y desarrollar mis capacidades. He colaborado en distintos blogs. Mis reflexiones han girado siempre en torno al sistema económico capitalista y a sus síntomas que condicionan las relaciones sociales y el modo que tenemos de ser y estar en el mundo. Mi experiencia laboral ha sido siempre en trabajos precarios (Camarero, Rent a Car, etc)». Vaya, «empleos precarios» . Ser camarero resulta precario para todo un señorito filósofo. Lo que son precarias son las condiciones laborales, no los oficios, que todos son dignos. El vasto currículo de Saura le ha valido para con menos de treinta años ser diputado, luego las cosas no le han ido tan mal en «este país de mierda». Saura forma parte de la tropa antitodo que apenas sabe hacer oposición y cuando gobierna sigue haciendo oposición porque es lo único que sabe hacer.

Mofa, escarnio, insulto, tomadura de pelo o todo a la vez. No puedo entender de otra manera el minuto del silencio que diputados del PSIB-PSOE, Més per Mallorca y Podemos han guardado en el Parlamento balear para «condenar» el encarcelamiento de esos dos trozos de pan bendito que son «los jordis», Sánchez y Cuixart, los revoltosos líderes pacíficos de la Asamblea Nacional Catalana y de Òmnium Cultural, respectivamente. Hasta todo un vicepresidente del Gobierno balear como Biel Barceló asegura que en España hay presos políticos, en referencia a los dos trepadores de coches patrulla de la Guardia Civil. Barceló tiene un partido que está peor que el «país de mierda» de Saura, que se le deshace en delirios chiriperrofláuticos y va caminito de los tribunales. «Oh, ah, no teníamos mácula», se dice el vicepresidente. Aquí la única presa política que hay es la presidenta Francina Armengol, presa de las políticas de sus socios. Aunque eso sí, se debe estar partiendo el culo con las desgracias de Més.

Sigo con Més... He llegado a la conclusión que Nel Martí se piró para montar la franquicia menorquina porque así, con dos partidos, pueden decir más paridas. Més per Mallorca y Més per Menorca son como las galletas Príncipe Double Choc, que ni double, ni choc, ni ná de ná. Aquí la cosa va de decir más tonterías. Según los meseros — Martí, Ensenyat...— los expresidentes y senadores designados por el Parlamento balear, José Ramón Bauzá y Francesc Antich, deben votar en el Senado lo que le salga de las santas pelotas a ellos, a los de Més, no a los senadores. Dicen que deben oponerse a la aplicación del artículo 155 de la Constitución porque el Parlamento balear así lo manda. Caramba con los demócratas, ¿dónde ha quedado la libertad de voto, el pensamiento individual...? Es una pregunta retórica. Por si los de Més per Mallorca, per Menorca o per Espinete aún no se han enterado, el punto dos del artículo 67 de la Constitución es bastante claro: “los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo”. Pero claro, qué cojones saben ellos de la Constitución...Con tanto federalismo insular, esto más que las Islas Baleares acabará siendo el Archipiélago Gulag.

Continúa la movida local —y loca — de los casos de adoctrinamiento a menores en escuelas públicas de Mallorca desvelados por la prensa. Ya saben en qué siniestra línea. Lo impactante de verdad han sido las declaraciones del conseller de Educación, Martí March, que ha asegurado no conocer ninguna denuncia por adoctrinamiento en las aulas. Por fortuna, la Fiscalía sí tiene constancia de los aberrantes hechos y está actuando. March nos quiere hacer creer que puede eludir su obligación de actuar de oficio. Y eso de que no lo sabe, no cuela. Seguro que cada mañana algún machaqui de su legión de asesores le pasa un resumen de prensa. Un solo caso ya es grave, merece su atención. March es cómplice con su inacción de una de las mayores vergüenzas de este Gobierno.

A petición popular dedico unas líneas a otro despropósito... El Gobierno balear invertirá —o gastará, ustedes mismos— 4,2 millones de euros recaudados por la ecotasa en los próximos tres años para crear un museo del ferrocarril en una nave propiedad de Servicios Ferroviarios de Mallorca en Son Carrió, en el municipio del Levante mallorquín de Son Servera. Para los palmesanos Son Servera cae lejos, tanto que nos vamos de vacaciones a Cala Millor porque nos parece un lugar exótico. La verdad es que es una bonita parte de Mallorca y seguro que el museo quedará super chuli. Se rumorea que pueden plantar un tramo de cuatro kilómetros por el que pasearían un tren histórico. Lo de hacer museos está muy bien, pero lo que me mosquea es la forma. ¿Dinero de la ecotasa para un museo de trenes? ¿Qué carajo tienen que ver los trenes con la «huella ecológica»? Ojo, que me parece fenomenal lo del museo, nos faltan. No entiendo lo de pillar pasta de unos fondos que se suponía que tenían otra finalidad. O tal vez lo entiendo demasiado bien.

El más brutal cúmulo de inmundicia de la semana lo he he encontrado en Facebook, el gran estercolero de la decadencia humana. Un conocido periodista ya jubilado que vivió en Mallorca muchos años —y cuyo nombre callo por el respeto que cada vez me cuesta más tenerle— ha publicado una fotografía de Ernest Lluch para preguntarse qué pensaría el difunto ministro sobre lo que está sucediendo en Cataluña. Es un juego imposible, nada puede decir Lluch porque los amigos de Més y de la CUP le metieron dos balazos en la cabeza.

Lo decía al principio, nos estamos desquiciando. Esto se nos va de las manos. Se nos ha ido. Como sigamos así, el estropicio va a ser digno de Chuck Norris en una tienda de Lladró. Y nadie hace nada. Mientras escribo estas líneas acabo de ver en la televisión a Cristina Pedroche imitando a Echenique cantando lo de «chúpame la minga, Domingaaaaa....». Paremos esto ya. Help myself. Se me ocurren algunas ideas que hacen aflorar lo peor de mí. Pero esa es otra historia...

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