En México, ser un burro, quiere decir dos cosas que eres un inepto o un bruto, un bruto intelectual.
El Ifema, acrónimo de Institución Ferial de Madrid, es una entidad que organiza ferias, salones y congresos en sus instalaciones de Madrid. Creado en el año 1980, En la actualidad Ifema está controlado por un consorcio conformado por la Comunidad de Madrid (31%), el Ayuntamiento (31%), la Cámara de Comercio (31%) y la Fundación Montemadrid (7%). Es, por lo tanto, una empresa pública, gestionada por un consorcio público.
La pasada semana, Ifema ordenó, a través de ARCO Madrid, a la galería Helga de Alvear la retirada del polémico montaje de Santiago Sierra “Presos políticos” que se exponía en la feria de ARCO. Posteriormente fuentes de la galería, que exponía la obra , confirmaba que la obra había sido adquirida por un precio de salida de 80.000 euros, recordando también que Sierra es un artista difícil de vender. De hecho, Helga de Alvear había vendido obras más pequeñas de Sierra, como el “No” que también trajo en otra edición de ARCO madrid, pero no montajes más grandes ni por encargo.
El propio director de ARCO, sobre la retirada de la obra dijo. “No la comparto. Es una idea malísima”, arriesgando su puesto de trabajo al criticar una decisión proveniente del Partido Popular. Confirmado una idea propia de un burro.
El exalcalde de O Grove por el Partido Popular, Alfredo Bea Gondar, condenado a cuatro años de prisión por narcotráfico en la Audiencia Nacional pero al que el Supremo absolvió por un defecto de forma y en otro proceso condenado por blanqueo de dinero a cuatro años de prisión, castigo cumplido, solicitó y consiguió el secuestro cautelar del libro Fariña por una juez de Collado Villalba (Madrid), en el que el periodista Nacho Carretero profundiza en la historia sobre el narcotráfico gallego, describiendo algunos de los secretos a voces ocurridos en la ría de Arousa, donde el polvo blanco cubrió de negro a tantas familias.
Inmediatamente después del secuestro del libro Fariña, cuya primera edición se publicó en septiembre de 2015, se dispararon el precio y las ventas del libro. En Internet se han llegado a pedir hasta 1.000 euros por una obra que prácticamente ha desaparecido ya de las librerías, que ya no quedan ejemplares en las librerías gallegas, donde alcanzaron los 300 euros en el mercado de segunda mano.
O sea que la obra ha pasado más bien sin pena ni gloria en medio del enjambre de libros que tratan el mismo tema hasta que su secuestro cautelar ha tenido el efecto contrario al perseguido y ha pasado a ser un super ventas.
Caso similar a los anteriores el protagonizado por el rapero llamado Valtonyc cuya sentencia, a tres años y medio de prisión, recurrida en casación ha sido ratificada por el Tribunal Supremo. Las reacciones políticas y del mundo de la música no se hicieron esperar alzando la voz en contra de una sentencia en la que, según ellos, se condenaba la libertad de expresión y de creación. La misma noche de publicarse la condena, el hashtag #RapearNoEsDelito se convirtió en Trending Topic. Y las redes se llenaron de muestras de solidaridad y apoyo al rapero. La casi totalidad de ellas, alrededor de un 98,76% sin haber oído nunca una sola canción del rapero, ni haber leído la sentencia, que contrariamente a lo que dicen los medios de comunicación no solo se pronuncia sobre injurias a la Corona, sino casi completamente sobre enaltecimiento del terrorismo, amenazas de muerte a personas concretas, además burla y escarnio a víctimas del terrorismo.
La decisión de la justicia de castigar al cantante por el contenido de sus letras, en las que entre otras lindezas proclama que “para todos aquellos que tienen miedo cuando arrancan su coche, que sepan que cuando revienten sus costillas, brindaremos con champán” o pide que “explote un bus del PP con nitroglicerina cargada”, ha despertado la empatía de muchos programadores musicales de forma que, una treintena de festivales catalanes, entre los que destacan el Primavera Sound, el Cruïlla o el Festival de Jazz de Barcelona, han incluido al rapero en sus carteles, aunque muchos de estos aseguran haberlo hecho de forma meramente simbólica.
En los tres casos han logrado lo opuesto a lo que pretendían, hacer callar a tres autores con una más que mediocre y casi nula calidad artística, cultural, literaria o musical, dándoles, en cambio a conocer y a hacerles una publicidad inmerecida.
Lo dicho hay que ser muy burros.