Hay que prevenir las imprudencias en el mar

En pocos días, las aguas del litoral de Mallorca han sido el triste escenario de dos sucesos de gravedad. El pasado domingo en Alcudia, una bañista resultó herida tras ser arrollada por una lancha. Unos días antes en Artà, una mujer perdió la vida tras ser embestida por un barco. En ambos casos, agentes del Servicio Marítimo de la Guardia Civil se hicieron cargo de la investigación, a fin de esclarecer los hechos y las circunstancias concurrentes en cada siniestro. Y para que la autoridad judicial pueda, llegado el caso, depurar las responsabilidades penales en que los pilotos de las embarcaciones involucradas hayan podido incurrir.

La proliferación de embarcaciones de recreo, muchas veces de pequeña eslora, cuyos patrones las alquilan sin necesidad de tener titulación náutica alguna ni conocimientos de navegación ni de la normativa que afecta a toda embarcación en el mar y, en general, a los principios esenciales de la seguridad marítima, supone un grave riesgo para las personas que especialmente en verano, salen a disfrutar del medio acuático. Lo demuestra que cada vez se suceden con mayor frecuencia incidentes de este tipo, a menudo con resultados lesivos o luctuosos.

Desde este punto de vista, hay que exigir a toda persona que se ponga a los mandos de una embarcación de recreo, del tipo que sea, un ejercicio de responsabilidad y una conducta de extrema prudencia, sobre todo cuando está próxima a la costa, donde hay o puede haber bañistas o submarinistas y también otras embarcaciones.

Pero del mismo modo hay que reclamar a las autoridades competentes una mayor vigilancia por parte de la Guardia Civil del Mar, de forma que a través de actuaciones preventivas se puedan detectar y corregir los comportamientos imprudentes o temerarios que con excesiva habitualidad se producen con la llegada del buen tiempo. La sensación de falsa impunidad que algunos navegantes irresponsables pueden llegar a tener, en la creencia de que la posibilidad de ser pillados y denunciados es remota, debe contrarrestarse con campañas de control y vigilancia en el litoral de nuestras islas.