Mallorca estrena este martes nuevas y severas restricciones que pasan por el cierre total de bares, restaurantes, grandes superficies y gimnasios. Los empresarios advierten que esta es la estocada definitiva y muchos de los negocios no podrán volver a abrir.
Teniendo en cuenta que la isla lleva semanas con duras limitaciones en vigor y que la incidencia del coronavirus no hace más que crecer, es evidente que la estrategia del Govern para perseguir y dar cerco al virus ha fracasado.
Cierto es que la comunidad cuenta con uno de los equipos de rastreadores más potentes del país y que el esfuerzo en la realización de PCR es notable, pero los cribados masivos no están funcionando. O al menos, no están funcionand todo lo bien que deberían.
El PP reclama uno masivo para toda la isla y el Govern insiste en que no es eficiente ya que hay que hacerlo por municipios o barrios con alta incidencia. Sin embargo, por muy quirúrjica que pueda parecer la decisión, la medida no deja de ser voluntaria y ello supone que sólo una porción de la población diana participa. En este caso, personas mayores o de edad media que, bien por concienciacion, bien por miedo al contagio, se acercan al punto habilitado. Los jóvenes, menos.
El mismo alcalde de Palma, José Hila, declaraba hace pocos días que "necesitaban que acudiesen aquellos que son más jóvenes" ante su escasa participación en los cribados poblacionales realizados hasta el momento en la capital -Rafal-Vivero y Son Serra-La Vileta- y en los que de 7.395 pruebas realizadas, tan sólo se han detectado 107 positivos. Conviene no olvidar que este colectivo es el que, por lo general, más socializa y más se desplaza.
Por ello, es el momento de que las administraciones competentes -Salut y sobre todo los ayuntamientos- se esmeren en involucrar a los ciudadanos menos receptivos, movilizando todos los recursos humanos posibles para informar y convencerlos.
A falta de una vacucación a gran escala, el único camino para mantener a raya el virus es la detección precoz y el aislamiento efectivo. Con ello, se evitan desgracias personales, sobrecargas del sistema sanitario y el colapso económico. Explicado así, cara a cara, seguro que más residentes colaborarían.