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Ha terminado la temporada de caza

martes 21 de febrero de 2023, 06:00h

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Ha acabado la temporada de caza y he leído que, en general, los cazadores están bastante satisfechos con los resultados obtenidos, excepto con dos especies que, al parecer, han sufrido una importante rarefacción en los últimos años y que, en concreto en este, han brillado por su ausencia en Mallorca: la liebre y la codorniz.

A diferencia de los conejos, que parecen haberse recuperado, al menos en parte, de la afección por la mixomatosis de temporadas pasadas, la liebre parece encontrarse en Mallorca en situación crítica. No se sabe bien si es por la mencionada mixomatosis, que en las liebres es provocada por un virus diferente del de los conejos, pero que también los puede infectar, o por una conjunción de varios factores, de los que la enfermedad sería solo uno más. En la península se ha observado una disminución de alrededor del 50 % de las poblaciones en las zonas afectadas, mientras que aquí parece ser mucho mayor, así que quizás intervengan otras causas.

En cuanto a las codornices se habla de proliferación de gatos asilvestrados y del impacto de las culebras de herradura invasoras, pero también de la destrucción de sus hábitats de nidificación por prácticas agrícolas mecanizadas de alto impacto sobre el terreno.

Es digno de resaltar que hay un factor de primer orden en la disminución de las especies silvestres al que no se suele hacer referencia, que es la propia caza. Es un hecho evidente en sí mismo, que matar una gran cantidad de animales cada año tiene una incidencia negativa sobre sus poblaciones y que si todas esas muertes no se hubieran producido, la disminución del número ejemplares por otras causas no sería tan perjudicial.

Sin entrar en el debate ético o filosófico sobre la calificación moral que merezca del hecho de matar seres vivos por el mero placer de hacerlo, debate que algún día deberá acometer una sociedad que pretende ser civilizada, es una evidencia que la caza mal llamada deportiva es un elemento disruptivo en el flujo natural de las poblaciones silvestres de los animales sometidos a la matanza y también de las especies depredadoras que se alimentan de ellos, así como del equilibrio natural de sus hábitats.

Ya sé que opinar en contra de la caza es muy impopular, en Mallorca en particular y en España en general y que siempre se aducen toda una serie de argumentos en su defensa, desde económicos, la caza supone un cierto porcentaje del PIB, un 0,3 % en el conjunto de España, y sostiene una cierta cantidad de puestos de trabajo, hasta medioambientales, de un supuesto cuidado y conservación de la naturaleza en los cotos; pero, en realidad, el impacto económico de su supresión sería contrarrestado con facilidad con actividades alternativas y los supuestos beneficios en materia de preservación deberían evaluarse con criterios estrictos y contrastarse con los perjuicios que causa y, en cualquier caso, también podrían ser compensados sin problemas mediante otros planes y programas específicos.

A título personal, hubiera preferido que la noticia no fuera: ha terminado la temporada de caza, sino: ha terminado la caza, para siempre.
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