Guerra judicial UGT-Bauzá
lunes 28 de octubre de 2013, 10:00h
El hecho que el juez Garcías haya admitido a trámite la querella presentada por UGT contra el presidente Bauzá añade más leña al fuego de la hiperjudicialización de la política balear. Es un no parar. Sería conveniente llamar a la sensatez de los líderes políticos y sociales antes de meter en más berenjenales a la saturada magistratura. Todo empezó porque Lorenzo Bravo calificó a Bauzá de "fascista". Y el presidente, en vez de demostrar capacidad de encajar una invectiva por parte de un líder sindical, le llevó a los tribunales. Estos acordaron no condenar a Bravo. Y ahora este le ha devuelto la pelota porque el presidente utilizó la Abogacía de la Comunidad Autónoma para su defensa personal.
Con el enorme calado y la amplitud de los problemas que atraviesan las Baleares, este caso movería incluso a la broma. Pero cada nuevo argumento que se aporta complica cada vez más la situación. La portavoz del Govern, Núria Riera ha afirmado que Bauzá utilizó los servicios jurídicos de la Comunidad "`por respeto a las instituciones". Es una muy débil teoría. Es evidente que Bravo dijo "fascista" a Bauzá y no a la institución que representa. ¿En qué cabeza cabe llamar fascista un autogobierno que es el orgullo de las recientes generaciones de Baleares y que tanto esfuerzo ha costado conseguir? Bravo no faltó al respeto a ninguna institución.
Cabría deducir que el presidente tendría que haber pagado la demanda con dinero del PP y no con el de todos los ciudadanos. Utilizar los servicios jurídicos de la CCAA merece una seria crítica polìtica en el Parlament. Pero en ningún caso querellas judiciales por supuesta malversación, prevaricación y tráfico de influencias. Eso es una exageración desde todos los puntos de vista. Si esta querella saliese adelante los presidentes del futuro no podrían, literalmente, ni mover un dedo sin ser imputados. Sería un absurdo. Un presidente no puede ser acusado de tres delitos por requerir informes institucionales a causa de cuestiones políticas. Es de puro sentido común.
Este asunto está saliendo de madre y entrando en el terreno del surrealismo. Los errores de las partes implicadas se suceden. Aquí sólo hay dos hechos incontestables. Primero: Lorenzo Brazo tiene la lengua de fuego y a veces se pasa siete pueblos. Punto. Y José Ramón Bauzá tiene la piel demasiado fina, de auténtico papel de fumar. Punto. Pero de ahí a ver delitos hasta debajo de las piedras por parte de los dos personajes media un abismo. Una cosa es la pugna política y otra muy diferente el Código Penal.
Si no se saben separar los dos conceptos tarde o temprano estalla el festival de la paranoia en los juzgados. Sin fair play no hay democracia que funcione.