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Gracias a ABC

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
sábado 30 de enero de 2021, 04:00h

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La nueva dirección de ABC me comunicó esta semana que habían decidido prescindir de mí en la corresponsalía de Baleares y en el diario, porque a partir de ahora quieren darle otro enfoque, con otra persona, a las noticias que se generen en nuestra comunidad. Es una decisión que naturalmente uno respeta, como no podría ser de otra forma, pero que seguro que entenderán que no comparta, sobre todo por razones de carácter sentimental, que ahora explicaré.

De este modo, mañana concluye mi trayectoria de 15 años, en tres etapas distintas, en el diario que fundara en 1903 don Torcuato Luca de Tena. En la hora del adiós, creo que es de justicia dar las gracias a todas las personas que a lo largo de todo ese tiempo confiaron en mí. Si tuviera que resumir mi relación con ABC en unas pocas palabras, lo haría quizás con el título de un bolero, o seguramente mejor con el de tres, «Historia de un amor», «Sabor a mí» y «Nosotros», por supuesto en las míticas versiones de Eydie Gorme y Los Panchos.

Podríamos decir que mi querencia hacia la prensa escrita empezó a una edad muy temprana. Me contaba mi madre que cuando mi abuelo materno, José Frau, se sentaba a leer el diario en su vieja butaca orejera, yo solía acercarme para «leerlo» junto a él con sólo dos o tres años de edad. Mi abuelo había querido ser periodista de joven, pero las circunstancias de la vida le acabaron llevando finalmente por otros caminos. Seguro que fue de él de quien heredé ese amor por el periodismo y a veces me gustaría igualmente creer que de él heredé también un poco, aunque sólo fuera un poco, de su bondad y honestidad.

Nací en el seno de una familia muy humilde, a la que las cosas normalmente no le iban muy bien. Pero aun así, desde pequeño me enseñaron que con esfuerzo, voluntad, honradez y un poco de suerte, algunas dinámicas poco propicias se pueden llegar a cambiar. Y así sucedió en mi caso a partir de los veinticuatro años, cuando empecé a trabajar en Iberia, primero como maletero y luego como coordinador de vuelo, en el aeropuerto de Son Sant Joan. Fue entonces cuando pude empezar a comprar el diario cada día. Bueno, en realidad, eran siempre dos, El País y ABC. Ambos me parecían excelentes, pero siempre me gustó un poquito más el ABC. De hecho, uno de mis sueños ocultos, que no me atrevía a contarle a nadie, era poder llegar a publicar algún día en el diario de la familia Luca de Tena, una familia que siempre fue y siempre será un referente del periodismo —del buen periodismo— en España.

Tras dejar mi trabajo en el aeropuerto y sin apenas ninguna experiencia previa como periodista, en 2000 empecé a trabajar en el diario Última Hora gracias a la confianza que depositó en mí su entonces director, Pere Comas, con quien siempre estaré en deuda. Pere murió el pasado mes de octubre de forma inesperada y lo sentí tanto como si en realidad quien hubiera fallecido hubiese sido un padre adoptivo. Y, en cierto modo, yo creo que de verdad lo era. Fue en aquellos lejanos años cuando conocí personalmente al periodista y escritor Miquel Segura, que en aquel momento era el corresponsal de ABC en Baleares. Miquel fue también una persona clave en mi vida, pues cuando en 2003 decidió dejar la corresponsalía, me propuso para sustituirle. Y sorpresiva y dichosamente me aceptaron. Mi sueño se había hecho realidad.

Desde entonces y hasta hace poco trabajé con cuatro directores que siempre confiaron en mí, José Antonio Zarzalejos, Ignacio Camacho, Ángel Expósito y Bieito Rubido. Gracias infinitas a los cuatro y también a Montserrat Lluís, que después de que yo abandonara voluntariamente el diario en 2014 me rescató de nuevo para ABC hace unos años. Esas gracias las quiero hacer extensivas igualmente al malogrado Manuel Erice y a casi todas las personas con las que trabajé en el diario. Llegados a este punto, me gustaría citar —siguiendo el abecedario, naturalmente— a algunas de esas personas. No están todas las que son, pues ello sería imposible, pero sí son todas las que están.

Así que gracias de verdad y de corazón a Ángel G. Abad, Jorge Abizanda, Esther Blanco, Cristian Buades, Lucía M. Cabanelas, Alejandro Carra, César Cervera, Laura Daniele, Angelines del Pozo, Javier Escartín, Juan Fernández-Miranda, Jesús García Calero, Jaime García, Àlex Gubern, María Jesús Guzmán, Carlos Manso, Manuel Marín, Almudena Martínez-Fornés, Érika Montañés, Cruz Morcillo, Diego Moreno, Pablo Muñoz, Ramón Pérez-Maura, Fernando Pérez Medina, Roberto Pérez, Rosario Pérez, Ángel Puerta, Natividad Pulido, Nuria Ramírez de Castro, Fernando Rojo, Víctor Ruiz de Almirón, Ana I. Sánchez, Jorge Sanz, Luis Ventoso, Nati Villanueva y Esteban Villarejo. Y gracias también a otros grandes periodistas de ABC que del mismo modo tengo en muchísima consideración. Me gustaría asimismo expresar hoy mi admiración hacia otros compañeros a los que no llegué a conocer o tratar, pero que para mí son también un referente, como José María Carrascal, Pedro García Cuartango u Oti Rodríguez Marchante.

En cuanto a mis compañeros habituales de trabajo, además de excelentes profesionales, me hicieron siempre el trabajo mucho más fácil, me ayudaron en muchos momentos, me dieron buenos consejos y también me animaron. Fue un honor y un privilegio poder trabajar a su lado. Con ellos compartí, además, todas las cosas buenas que tiene este oficio, que he oído decir que alguna debe de tener. En todas las secciones trabajé a gusto por igual, pero he de reconocer que siento un especial cariño hacia la de Sociedad, que en algún momento creo que incluso se llegó a plantear hacerme hijo adoptivo. Y si alguna vez me riñeron, que alguna pequeña reprimenda hubo también, casi siempre tuvieron razón. En ese sentido y en un día como hoy, creo que es justo pedirles sinceras disculpas por los errores que cometí o por los momentos en que no estuve a la altura de lo que esperaban de mí como periodista.

En estos durísimos tiempos de pandemia, en que tantas miles de vidas han sido segadas y en que millones de personas sufren hoy a diario en nuestro país y en el resto del mundo, el periodismo —el buen periodismo— sigue siendo tan necesario como siempre o incluso quizás ahora más que nunca. Necesitamos un periodismo que sea crítico, pero no sectario; que denuncie, pero que a la vez sea siempre respetuoso con las personas, con todas las personas, con independencia de sus orígenes, sus ideas y sus creencias. Necesitamos un periodismo en el que los hechos que se relaten hayan sido siempre previamente contrastados. Necesitamos un periodismo honesto, ético, veraz, riguroso, tolerante, abierto, sensato, liberal, moderado, bien escrito. Ese es el periodismo en el que creo. Ese es el periodismo que viví durante 15 años en ABC. Ese es el periodismo que hoy más que nunca necesita España. Ese es el periodismo que seguro que habría hecho también mi añorado y protector abuelo.

En cierta ocasión le preguntaron al maestro Andrés Trapiello a qué hemos venido al mundo. Y él contestó: «Yo creo que a mejorarlo. Y a mejorarnos también nosotros si podemos». A veces he pensado que esa hermosa y certera reflexión debería de ser siempre uno de los principales nortes a seguir por parte de cada uno de nosotros, sea cual sea nuestra posible situación personal, social o profesional en la vida. Durante una década y media tuve la inmensa suerte de poder trabajar con personas que piensan, sienten y viven así. Por todas esas razones, mientras escucho justo ahora a Eydie Gorme y Los Panchos cantando precisamente «Nosotros», seguro que entenderán que acabe este artículo del mismo modo como lo empecé, de forma amorosa, dando de nuevo las gracias a ABC y por supuesto también a sus lectores. Muchas gracias a todos y por todo.

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