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'Creer en el producto, la investigación permanente y la apuesta por la calidad son las claves de nuestro éxito”

"Creer en el producto, la investigación permanente y la apuesta por la calidad son las claves de nuestro éxito”

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Nacido en Marratxí en 1947, Gori Bibiloni fundó en 1976 la empresa Carob, ubicada en el polígono del municipio, junto a sus socios Pep Joan Jaume y Joana Cifre. Jubilado (“que no retirado”) desde 2011, Bibiloni sigue de cerca la evolución de la compañía, una de las empresas líderes mundiales en la producción de goma de garrofín, sustancia que se usa en muchos alimentos de consumo cotidiano. Carob la exporta a 23 países, para lo que se hace necesaria una gran producción y un sofisticado tratamiento (5.000 toneladas de algarrobo anuales). Con 32 empleados, la compañía cerró el ejercicio 2021 con una facturación de 30 millones de euros, lo que la convierte en una de las más importantes de las Islas.

¿Cómo y dónde empezó a trabajar?

Mi padre quería que trabajara en la banca, pero, después de estudiar Profesorado Mercantil (hoy, lo llamaríamos economista) empecé a trabajar en el Grupo Fontanet, donde empecé a relacionarme con el mundo de la algarroba. Al principio, parecía una utopía hacer negocio, pero con mi socio hicimos unas pruebas y vimos que era factible. Así, en 1975 nació la idea de crear una sociedad, con sede en Son Sardina, pensada para comida de perros y gatos. En 1976, vendimos el primer contenedor a Inglaterra, y en 1977 ya fueron seis... Aquello era todo un reto para nosotros, pero creíamos en lo que hacíamos. Un campesino amigo mío, Tomeu Coloma, me dijo un día: “Si te introduces en el mundo de la algarroba, no saldrás de él nunca más”. Ha tenido razón. Recuerdo también que un día tuvimos una reunión con un empresario valenciano. Nos dijo, con palabras no demasiado amables, que no teníamos nada que hacer, ante lo cual yo le comenté a mi socio: "Tengo la impresión de que estamos ante un buen negocio".

¿Cómo y por qué se decidieron a instalarse en el polígono de Marratxí? ¿Por qué pensaron en la goma de garrofín...?

En 1980, por las necesidades de la empresa, montamos una fábrica en Marruecos, todavía seguíamos con alimentación para perros y gatos. Pero cuando pensamos en enfocarnos con la goma de garrofín para alimentación humana valoramos que era el momento oportuno para instalarnos en el polígono de Marratxí. Hablamos de los primeros años de los ochenta: El polígono no tenía nada que ver con lo que es hoy: estaba diseminado, había cuatro empresas contadas y las ratas corrían por todas partes... El gran punto de inflexión fue a mediados de los años ochenta con el acceso directo desde la autopista.

“Un campesino amigo mío, Tomeu Coloma, me dijo un día: ‘Si te introduces en el mundo de la algarroba, no saldrás de él nunca más’”

¿Cuál es la clave del éxito de Carob?

El éxito de Carob obedece, a mi parecer, a varios factores: por un lado, nosotros hemos creído siempre en lo que hacemos, en nuestro producto. Por otra parte, una clave muy importante ha sido la investigación permanente, derivada de nuestra apuesta clara y permanente por la calidad. Hemos estado muchos años investigando el ADN de la algarroba, lo cual nos ha dado una muy buena reputación a escala mundial; esto y el hecho de que tengamos todo el proceso mecanizado. A día de hoy estamos trabajando en un proyecto europeo para la tipificación de las proteínas de origen mediterráneo, entre las que está el garrofín. En esta misma línea, este año vamos a desarrollar proyectos de investigación llevados a cabo junto a la Universitat de les Illes Balears; ahora están en fase previa.

Con todo ello, quiero significar que nosotros competimos con empresas multinacionales, y solo podemos hacerlo si ofrecemos calidad máxima y rapidez en la toma de decisiones y en la entrega de los pedidos. En este sentido, desde 2004 contamos con un centro de distribución en Baltimore, en Estados Unidos, para abastecer al mercado estadounidense. Esto nos permite una rapidez en la entrega del producto que nos otorga una ventaja importante respecto a nuestros competidores. Además de todo ello, debemos decir, porque es la verdad, que siempre hemos hecho trabajado mucho (sábados y domingos incluidos) y que, en los primeros 25 años, los socios fundadores consensuamos que los beneficios de la empresa se reinvertirían año tras año, y así lo hicimos.

“Estamos trabajando en un proyecto europeo para la tipificación de las proteínas de origen mediterráneo, entre las que está el garrofín"

Por otra parte, ¿cuáles son las principales dificultades a las que hacer frente?

Lo cierto es que, desde el punto de vista empresarial, no habría motivos sostenibles para justificar que Carob se mantenga en Mallorca, más allá de criterios de romanticismo y mallorquinidad, ya que los socios fundadores somos todos de aquí y tenemos muchas familias que trabajan en la empresa. Sin duda, la principal dificultad es el coste elevado que pagamos por la insularidad en condiciones digamos de normalidad; es decir sin considerar la pandemia ni la guerra de Ucrania. En los inicios de la empresa, el coste era pequeño porque toda la materia prima la obteníamos de Mallorca mismo, pero el producto local solo nos da para trabajar unos 60 días de los 203 o 204 hábiles que tiene cada año, por lo que, en la medida que dependimos de algarroba de fuera (recibimos de Valencia, Málaga, Marruecos, Argelia, Turquía o Grecia...), el coste de la insularidad se fue multiplicando. Al factor insularidad, habría que añadirle como gran dificultad la financiación, debido esencialmente al brutal incremento del precio de la materia prima, que ha llegado a multiplicarse por tres en el último ejercicio.

¿Cómo les ha afectado la pandemia?

Desde el punto de personal y de producción, lo cierto es que no nos afectado casi nada, afortunadamente. Al principio de la pandemia (en marzo de 2020), tuvimos tres casos positivos y cerramos la empresa durante una semana ante la incertidumbre del momento. El efecto más grave derivado del Covid-19 ha sido la supresión de muchos barcos que cubrían líneas internacionales, lo cual ha conllevado un encarecimiento exponencial del precio del transporte. Baste un ejemplo para entenderlo: antes de la pandemia, mandar un contenedor de 20 pies de Barcelona a Baltimore tenía un coste de 1.400 dólares; ahora pagamos por ese mismo desplazamiento 5.500 dólares. Con el agravante de que no hay garantía de cumplimiento del servicio por parte de las navieras ante la escasez de barcos, con todo lo que ello supone en relación con la clientela.

“En el sector del garrofín, si seguimos pagando precios tan altos para los agricultores, los consumidores cambiarán el garrofín por otros productos más baratos”

¿Y la guerra de Ucrania?

No nos ha afectado de un modo directo, porque afortunadamente no teníamos relación comercial con Rusia desde Carob. En su momento, hace tiempo, lo intentamos, pero la falta de seriedad demostrada por la otra parte nos hizo no seguir adelante.

Carob ha sido innovadora y pionera en muchos aspectos. Llama la atención, ahora que se habla tanto de paridad, que el actual equipo directivo de la empresa está integrado totalmente por mujeres.

Es que la cosa más clara. La paridad, como se plantea, es un absurdo desde mi punto de vista. La paridad no debe venir determinada por la legalidad sino por los méritos de la persona, sea hombre o mujer, persona que habrá tenido una preparación adecuada y extensa para ocupar tal o cual lugar. Es como yo lo valoro. Creo que debe premiarse la valía de cada uno, el esfuerzo y el conocimiento.

“Como empresa, no habría motivos sostenibles para justificar que Carob se mantenga en Mallorca, más allá de criterios de romanticismo y mallorquinidad”

¿Qué consejo le daría a una persona joven que se está formando y que quiere entrar en el mercado laboral con garantías?

Creo que en muchas empresas (como mínimo, en la nuestra) nos encontramos con que a la hora de contratar a un profesional, hay muchos graduados y, en cambio, pocos técnicos. Considero que esta situación merecería una reflexión importante del sector educativo. Yo siempre he sido un gran defensor de la Formación Profesional Dual, que combina estudios con práctica en las empresas. Esto evitaría, como ocurre en la actualidad, que muchos jóvenes cuando se incorporan al mercado laboral se encuentren con un mundo desconocido, o desconocido en buena parte. Por otra parte, creo que es del todo recomendable, por no decir muy necesario, que los jóvenes salgan al extranjero, donde experimentarán otra forma de vivir y de trabajar que les dará una base muy importante a la hora de tratar con personas de distintas culturas. Por lo tanto, será un valor añadido muy importante a su formación. Además de eso, si uno quiere ser empresario (o emprendedor, como dicen ahora) debe trabajar con constancia y determinación, y sin demasiadas prisas... Normalmente, los que quieren correr demasiado se acaban estrellando.

¿Una persona activa como es Gori Bibiloni cómo lleva la jubilación?

Desde 2011 estoy jubilado, que no retirado. Esta situación me permite hacer cosas y actividades para las que antaño apenas tenía tiempo. En todo caso, en la empresa saben positivamente que estoy para todo aquello para lo que me necesiten. Por ejemplo, me encargo de una finca de 5.500 algarrobos en Manacor. Pretendo determinar y conocer la rentabilidad por hectárea de sus diferentes variedades.

“Antes de la pandemia, mandar un contenedor de 20 pies de Barcelona a Baltimore tenía un coste de 1.400 dólares; ahora pagamos por ese mismo desplazamiento 5.500 dólares”

¿Le ha quedado en la chistera algún comentario o reflexión?

Aprovecharé para decir que en el sector del garrofín debemos ir con mucho cuidado. ¿Por qué? Porque corremos el riesgo de morir de éxito. Me explico: si seguimos pagando precios tan altos para los agricultores, los consumidores cambiarán el garrofín por otros productos más baratos. Es decir, sacrificarán calidad por precio. A eso, yo le llamo morir de éxito. Por lo tanto, tenemos que ser conscientes de que en este momento pagar (como se ha hecho) casi dos euros por un kilo de garrofa entera es una barbaridad. Y que conste que soy partidario de pagar un precio más que rentable para el agricultor, pero sabiendo cuáles son los límites.

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