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Golpe de Estado en Cataluña (1)

Por Miquel Pascual Aguiló
lunes 21 de octubre de 2019, 02:00h

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La llamada sentencia del procés del Tribunal Supremo ha decidido por unanimidad que los golpistas catalanes eran como niños jugando e intentando presionar al Estado. Vamos a dar un simple paseo por los distintos golpes de estado que han protagonizado a lo largo de los últimos 96 años los propios mandatarios catalanes.

No siempre la verdad judicial concuerda con la verdad material o real y en el caso del ilegal referéndum del 1 de octubre de 2017, la posterior Declaración Unilateral de Independencia (DUI) y toda la parafernalia posterior y anterior, y la sentencia del supremo vuelve a ocurrir que no concuerdan.

Los condenados y los huidos tramitaron, debatieron, aprobaron y proclamaron el nacimiento de un nuevo sujeto de soberanía que rompía, unilateralmente, con el ordenamiento constitucional vigente y con el principio constituyente, en virtud del cual la soberanía reside en el conjunto de los ciudadanos españoles, que no en una parte, lo que en román paladino es un golpe de estado, en este caso un autogolpe de estado, lo interprete quién lo interprete.

Los políticos catalanes tienen experiencia en los golpes de estado, entre ellos, los tipo astracanada como el golpe del Motxo, (la fregona) alias con el que se refieren a Puigdemont dirigentes de su propio partido, la antigua Convergencia.

Empecemos. Durante la noche del sábado 6 al domingo 7 de octubre del año 1934 Lluis Company, presidente de la Generalitat, dio un golpe de estado (un autogolpe de estado en puridad), a las ocho y diez minutos de la tarde del 6 de octubre. Lluís Companys apareció en el balcón de la Generalidad acompañado de sus consejeros y proclamó la República Catalana.

Fue un golpe de civiles pero con armas. El intento no llegó a las 10 horas: cuatro cañonazos, escamots escondidos debajo de la cama (los escamots eran una organización paramilitar creada por el partido Estat Català), carreras de los políticos nacionalistas huyendo por las alcantarillas, como Josep Dencàs i Puigdollers militante de ERC, que era claramente partidario de la independencia de Cataluña, que llegó a autodefinirse como “nacional socialista”,? y que fue considerado en su época como un líder del “fascismo catalán”, que en aquel momento era el consejero de Gobernación (actual consejero de interior) de la Generalidad de Cataluña durante la proclamación del Estado Catalán el 6 de octubre de 1934, que huyó del Palacio de la Generalidad, la noche del golpe, por las alcantarillas como una rata y logró escapar a Francia.?? A las seis de la mañana del día 7, menos de diez horas más tarde de la proclamación, Companys comunicaba al general Batet su rendición.

El corresponsal en Barcelona de El Debate, Enrique de Angulo, lo vivió y entre lo que narró en “Diez horas de Estat Català”, destaca:

“El lunes día 8, cuando todo había acabado, desembarcó la Legión en Barcelona:

“Los sones de la música militar y los cánticos de los legionarios despertaron al vecindario que en aquellas horas se hallaba en las casas, poblándose rápidamente los balcones y bajando muchas personas a la calle para presenciar el inesperado desfile y ovacionar a los legionarios”.

“El paso de los legionarios fue saludado por espontáneas manifestaciones de los vecinos y transeúntes. En la plaza de la Universidad, donde fueron revistados por varios jefes del Ejército, llegó a congregarse numeroso público que no cesó de aplaudir a los soldados aclamando al Ejército y a España con impresionante fervor patriótico”.

“Los catalanistas que habían puesto sus ilusiones en la Revolución iban de un lado a otro lívidos y desencajados”.

Ahora queman contenedores, incendian comercios, cortan carreteras y pretenden llevar a Cataluña al colapso social, político y económico.

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