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Gesto inteligente de Rafa Nadal

lunes 24 de marzo de 2014, 19:29h

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El supercampeón Rafa Nadal ha tenido un gesto de extrema inteligencia al renunciar al nombramiento como doctor honoris causa por la UIB. El gran tenista ha visto desde el primer momento que su nombramiento generaba polémica. Ha detectado opiniones que indican que el deporte de élite y ultraprofesionalizado se ha de separar de la ciencia y el arte. Nadal ha intuido el fondo de la discrepancia, no ha querido ser protagonista de esta polémica y se ha puesto por encima.

Un científico, un técnico, un erudito o un artista reconocidos están en condiciones de impartir una lección magistral al ser investidos. Forma parte de su condición y de su formación.  También puede decirse de empresarios, políticos y dirigentes sociales.  El que afirme un deportista en activo ante una amplia presencia de catedráticos y doctores suele mover a la polémica, aunque sea, como en el caso de Nadal, el mejor deportista español de todos los tiempos y también uno de los mejores deportistas planetarios desde que los griegos de la antigüedad inventaron las olimpiadas.

Nadal sabe que su palabra es su raqueta y su legado son los grandes premios que ha conquistado. Se asemeja a los héroes de los textos clásicos: parcos en palabras y desbordantes en hechos. Nadal es un Aquiles, no un Homero. Son los poetas los que un día  cantarán sus hazañas. No al revés.  Su verbo no ha nacido para extasiar a los doctores. Su musculatura y fuerza interior para conquistar la victoria sí que se convertirá en estatua de mármol en tiempos futuros.

Cada cosa en su sitio y cada vencedor en su pedestal. Nadal, actual número uno del mundo en su especialidad,  ha alcanzado la inmortalidad ante la memoria de sus congéneres a partir de un camino completamente diferente al que representa una universidad, donde la polémica, la disparidad de criterios y la sana disputa son moneda corriente de intercambio de ideas y conocimientos. Ésa es su esencia.

El olimpo de los dioses exige unanimidad en su camino y en su meta. Nadal  ha hecho muy bien renunciando. Su mundo es otro.