Frisbee es la marca más conocida de esos discos de plásticos que se utilizan para jugar en la playa y que como todas esas cosas playeras tiene su origen en norte américa.
Si ahí quedase el asunto me daría por conformado pero resuelta que en este pequeño país algún que otro colegio evalúa a los alumnos de enseñanza obligatoria de lanzamiento de Frisbee. Se lo aseguro.
Dentro de la asignatura de educación física, para mí muy importante pues se va demostrando la importancia del deporte en la salud de las personas en edad adulta, se contempla esa práctica. Que quieren que les diga, pues que no me parece serio.
No sé si es el centro el que elige el contenido de la educación física o es el profesor en cuestión que, amparado seguro por la libertad de cátedra, ha tenido esa ocurrencia.
Cuando pienso en el Frisbee me viene a la cabeza esas películas horribles de niñatos/niñatas norteamericanos en jeeps y música que imita a los Beach Boys.
Siempre he apoyado al Colegio, como hacían mis padres, en un desencuentro con el mismo al que acuden mis hijos, que por cierto es el mismo al que acudí yo. Cuando les confiamos a nuestros hijos esperamos que les formen académicamente de manera correcta y seria para que en un futuro ya no tan lejano sean gente de provecho.
Es desalentador saber que pierden el tiempo lanzando el disco; no me hablen de sicomotricidad y coordinación de movimientos, lo que hacen es jugar en horas lectivas. Con la cantidad de cosas que se pueden aprender.
Siempre he sentido admiración por el profesorado por varios motivos; en primer lugar por razones familiares, en segundo lugar porque sería incapaz de realizar esa profesión y por último lugar por las infinitas vacaciones que se han agenciado. Pero, asimismo, soy incapaz de entender en que piensa ese profesor cuando evalúa el lanzamiento de Frisbee, cuál es su criterio y especialmente cuál es su nivel de lanzador de Frisbee.
Supongo que debe ser el amo de los balnearios en verano con su camiseta sin mangas e impresa con nombres de lugares exóticos, que no sabe dónde están, bañador largo hasta la rodilla y un bronceado que jamás alcanzaría yo ni en tres vidas, que no consiguen ensombrecer unos tatoos un pelín horteras. Creo que el sistema de enseñanza, o al menos la educación física, necesitan una revisión hacia la seriedad. Que pasen un buen día.