Dale un cargo a un dirigente de un partido y ya tenemos una familia. Después le buscaremos una ideología, un estilo o, como llaman los socialistas, “una sensibilidad” que es lo mismo pero en fino. El Partido Popular de Baleares, como todos los otros, ha tenido tendencias, familias, ramas que quedaron condenadas a muerte ayer. Morirán de inanición: sin cargos, no hay nada que hacer, no hay matices, ni reuniones conspiratorias. Bauzá, como no conoce de familias, acabó con todo al dejarlas sin cargo. Nada de repartos equilibrados: borrón y cuenta nueva. Primero pasando de 13 a 6 consellerias; segundo, haciendo que la cuota de Mallorca pase de 11 a 4, dado que ni Menorca ni Ibiza han dejado que les tocaran su parte del pastel. Y, para más, de los cuatro, uno independiente. Los otros son o profesionales, o gente sin familia (política), o Carlos Delgado, que sobrevive a la criba, posiblemente gracias a las presiones que ha habido para que fuera excluido. Si Jaume Font tuviera que salir hoy a buscar apoyos para su proyecto como hizo hace tres meses se encontraría con muchas más adhesiones, más disposiciones a ver su Lliga como algo más viable. Sin embargo, para Bauzá esta solución es fantástica: deja fuera de juego toda una generación, empieza de cero con cargos que le deben a él su promoción en el partido y, encima, da un golpe de efecto sobre la opinión pública que le proporciona energía durante bastante tiempo. Ya llegarán los momentos difíciles. Hoy, miel sobre hojuelas.
