El pasado día 05/06/2014, hace ya casi cuatro años, escribí un artículo con el mismo titular donde glosaba la situación, la difícil convivencia en la familia real por la falta de saber estar de la Letizia que, a la vista de los últimos acontecimientos, no ha aprovechado en nada la cantidad ingente de dinero que nos hemos gastado en enseñarle buena educación y protocolo.
En aquel tiempo escribí:” La falta de educación, saber estar y vulneración del protocolo de Letizia se hizo patente ya el día de la presentación del compromiso, cuando empezaron las preguntas. Fue interrogada acerca de si abandonaría definitivamente su labor como periodista a lo que ella contestó que «desde hoy queda claro que es un punto y aparte en la labor profesional que he ejercido hasta ahora». En ese punto, el príncipe de Asturias apostilló: «No le va a faltar trabajo, va a tener el día bien ocupado». Y ella le cortó tajante «Déjame terminar» para concluir las palabras que tenía memorizadas, como si estuviera presentando un telediario. ¡Empezó dejando claro quién llevaría los pantalones!.
Seguí escribiendo: “Que doña Letizia manda ya en palacio no es ninguna noticia. A partir de este convencimiento, hasta los monárquicos han reaccionado pidiéndole a Felipe de Borbón que meta en vereda a su esposa, es decir, le explique lo que es: una futura reina consorte. Entre los que promueven esta salida figura Esperanza Aguirre.
En la pasada primavera, Letizia lo dejó claro ante un círculo que era algo más amplio que el de la amistad: “Yo seré la Reina de España, y mi hija me sucederá”. Un gran error, dado que ella será la Reina consorte, su hija Leonor, sí será la titular del Trono… si es que su madre no lo malogra.”
Doy la más cordial bienvenida a todos aquellos que se van dando cuenta que, por lo que respeta a la Letizia, desde el principio de esta historia, no se ha dado cuenta que no es una artista de variedades, sino que es una funcionaria pública pagada con nuestros impuestos y que lo mínimo, pero lo más mínimo que se le puede exigir es que se porte con la compostura y buena educación que requiere el cargo dejando aparte, en el baúl de los recuerdos y sin volver a dar el do de pecho, como hizo en México, la basteza, la chabacanería, la grosería, el mal gusto, la ordinariez y hasta la zafiedad.
El vídeo en la Catedral de Palma del pasado Domingo de Resurrección constata el control férreo que la Letizia ejerce sobre la imagen de sus hijas, la suya y, cabe suponer, que la de la monarquía, cuyo mejor retrato ha sido el de Marie-Chantal, esposa de Pablo de Grecia, que sin poder contener la indignación estalló públicamente a través de su cuenta de Twitter: “Ha mostrado su auténtica cara”, sentenció la griega refiriéndose a la reina consorte.
A Letizia le pierde el mal carácter, su mala educación, su prepotencia, su soberbia y su violencia.
Ahora bien, lo que más ha sorprendido de lo sucedido en la catedral es la pasiva actitud del rey Felipe VI que, al parecer, le tiene pánico a las reacciones de su esposa. No solo debería pararle los pies a su mujer, sino también impedir que su hija Leonor tenga malos modos con su abuela, pues se la vio apartando violentamente la mano que doña Sofía posada sobre sus hombros.
Como dije en mi anterior artículo: “Si, ni siquiera ha logrado enseñar buena educación, buenos modales y a respetar el protocolo a su mujer, ¿cómo va a ejercer las funciones de Jefe del Estado con un mínimo de responsabilidad?, o como teme mucha gente, ¿será Letizia I la que va a ejercer realmente la Jefatura del Estado, en lugar de Felipe VI?”.
Lo que podemos ampliar preguntándonos ¿qué clase de educación van a darles a sus dos hijas, si Leonor se atrevió a tratar con malos modos a su abuela en público sin que hubiera un solo gesto de reprimenda, ni un amaño de llamarle la atención?, ¿será verdad que la tal Letizia es el caballo de Troya de la monarquía española?. El tiempo lo dirá, aunque yo diría que tiene muchos números.
Sigue siendo verdad que: “El hábito no hace al monje”.