Felipe VI deberá hablar en catalán
miércoles 11 de junio de 2014, 18:28h
El discurso de proclamación de Felipe VI está obligado a ser un importante ejercicio intelectual del papel arbitral de la Corona. El debate del congreso sobre la ley de abdicación demuestra que el abismo que separa ya a los catalanes del Gobierno del PP de Madrid comienza a ser casi infranqueable. Los discursos de Durán y Lleida y de Alfred Bosch han sido el primero rupturista y el segundo escalofriante. Así está la resquebrajada coyuntura española. A ello hay que añadir la dimisión de Pere Navarro. En conjunto el presente es explosivo. Negarlo es estar fuera de la realidad.
Solamente un discurso histórico de Felipe VI puede aportar bálsamo a unas heridas cada vez más profundas. El nuevo Rey ha de atender a todos, mostrarse sensible por los problemas sociales de España, por el paro, por la situación de los que peor lo pasan. Ha de ser un Rey social que lleve a los más desfavorecidos en el corazón.
Pero tal y como está el patio, ha de tener a Catalunya en el norte de sus afirmaciones. No basta que se muestre comprensivo y que apueste por el diálogo. Se ha de dirigir a los catalanes en catalán en varios párrafos de su discurso.Tiene que hacerlo en nombre de la propia Constitución, porque la situación está llegando al límite.
¿Pero como se ha llegado a este punto de enfrentamiento tan hiriente? La respuesta está en Rajoy. Ahora el presidente dice que España es un país "serio" que "no tiene tensiones institucionales". ¿Pero donde está su seriedad? Al poco de ganar las elecciones comenzó a sonar en Madrid el tam-tam de la recentralización del Estado, irritando a la periferia.
Aprovechando la fiebre de la austeridad, Rajoy quiso sacar tajada partidista para volver al centralismo, rompiendo de verdad el espíritu constitucional. Y además con chulería. "Hay que españolizar a los niños catalanes", afirmó el inconsciente ministro Wert en el Parlamento. En realidad quería decir "hay que castellanizar a los niños catalanes". Provocó un incendio de dimensiones descomunales y se quedó tan ancho. El Rey Juan Carlos le llamó la atención en un acto institucional ante las cámaras de televisión. Pero Rajoy, el cegato del piloto automático, no se dio por enterado.
Hoy Wert continua siendo ministro y el Rey ha abdicado mientras el problema catalán se hace cada vez más insoluble. Y eso mientras Madrid ha estrangulado todo lo que ha podido la dotación económica de la autonomía catalana (igual que la balear) mientras los recortes del Estado central han sido proporcionalmente mucho más reducidos.
Pero Rajoy no baja de su chulería. Aparenta no desviarse de sus objetivos mientras mantiene el rumbo como un kamikaze. Desprecia a quien tendría que respetar. Ante sus insensibles ojos, se le han caído el Rey y el bipartidismo, seña de identidad del sistema. Pero el sigue adelante, imparable hacia la nada. Lo último que le ha dicho a Artur Más es que "no haga política pequeña". ¿Es posible tanta ceguera, tanta provocación inútil?
Rajoy se hace el serio, pero es de chiste. Es un presidente que tiene al tesorero en la cárcel por haberse llevado 46 millones a Suiza. Pide seriedad a los otros cuando mandó SMS a Bárcenas diciéndole "Luis aguanta" o "esta vida es resistir y que otros te ayuden" cuando ya se había destapado el pastel suizo. Y dio explicaciones atrincherado tras un plasma. ¿Y eso es seriedad? En un país serio habría plegado el pasado agosto. Aquí sigue en el poder y predica seriedad. Y los catalanes se van...
Sí: Felipe VI comienza su reinado teniendo delante un hueso durísimo de roer. Ha que hablar en catalán para calmar tensiones. ¿Pero que cara pondrán Rajoy y Wert? Ellos son los que han armado el follón recentralizador. Ellos han sido los grandes provocadores al poner su ideologia cerrada por encima del pragmatismo.
Ahora sólo falta saber si un discurso conciliador del nuevo jefe del Estado será suficiente para empezar a rehacer tantos puentes destruidos por cegatos afincados cerca del Manzanares. Felip VI, per favor, parlau en català. Clar i llampant.