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Familias numerosas, las grandes olvidadas

viernes 25 de febrero de 2022, 05:00h

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Hace poco más de un mes, la Federación Española de Familias Numerosas (FEFN) pedía al Gobierno que asuma las cotizaciones a la Seguridad Social de los padres y madres de familia que durante un tiempo dejan de trabajar por cuidar de sus hijos, para garantizar una cotización mínima de 15 años que les permita acceder a una pensión contributiva.

La medida pretende acabar con la discriminación y la situación de desventaja que sufren miles de padres y madres que, a menudo, tienen que abandonar el trabajo durante un tiempo por temas familiares, lo que supone renunciar a unos ingresos, pero también lleva implícita la pérdida de tiempo cotizado de cara a la pensión de jubilación.

Aunque esta situación la puede sufrir cualquier persona a partir de un hijo, se da particularmente en las familias numerosas, donde hay más cargas familiares y en ocasiones se decide que uno de los padres deje por un tiempo el trabajo para ocuparse de los niños. En el caso de las familias numerosas, además, hay que tener en cuenta que están aportando capital humano que es fundamental para toda la sociedad en un momento clave, en plena crisis demográfica, con una natalidad cada vez más baja.

No busquen referencias a esta demanda en los medios de comunicación porque apenas encontrarán. No hay espacio para hablar y debatir sobre medidas verdaderamente ‘relevantes’ para la sociedad entre sobredosis de coronavirus y entre tanto barullo y sainete de nuestros políticos.

Y en el horizonte aparece una reforma fiscal que prepara el Gobierno y en la que habrá que esperar si se amplían, reducen o al menos se mantienen las actuales deducciones fiscales que apoyan de manera especial a las familias, es decir, la deducción por maternidad, la de familia numerosa, la de familia monoparental y la que reciben las familias que tienen algún miembro con discapacidad. Se trata de deducciones, creadas hace años, y que suponen un apoyo fiscal importante, aunque insuficiente, para muchas de estas familias, y que contribuyen a reducir la pobreza infantil y tienen también un efecto positivo sobre la maternidad, al contribuir de alguna forma al incremento de la natalidad y la tasa de empleo femenino.

La realidad es que en lugar de apoyarse tener hijos y crear familias con más de dos vástagos, en España se desincentiva y obstaculiza. Tener hijos en España conlleva, en muchas ocasiones, la renuncia a un empleo por parte de alguno de los progenitores, la reducción de jornada, con el consecuente descenso del nivel de ingresos, sin que los gobiernos central ni autonómico lo compensen, y hasta la renuncia a puestos de relevancia, donde la conciliación resulta todavía más difícil.

Esto afecta especialmente a las mujeres. Según el último estudio sobre Familias Numerosas realizado por la FEFN, 7 de cada 10 madres de familia numerosa cree que ser mujer y madre de varios hijos ha dificultado notablemente su acceso a un empleo y también la reincorporación al mercado laboral: sólo un 31%, es decir, 1 de cada 3 mujeres que han dejado de trabajar un tiempo por cuidado de hijos, ha podido volver al trabajo. La situación laboral tiene su efecto negativo a largo plazo, en las pensiones, donde hay una importante brecha de género. Salarios menores, bases de cotización menores y paréntesis laborales que condicionan la pensión.

En España hay alrededor de 700.000 títulos de familia numerosa en vigor. Unos 15.000 corresponden a las Illes Balears. En términos absolutos y si se realiza un cálculo ponderado, estamos hablando de una población total que superaría los cuatro millones en todo el país, 80.000 personas en el caso de nuestra comunidad. Se trata, por lo tanto, de un colectivo lo suficientemente importante y amplio como para que las diferentes instituciones se esfuercen en proteger y reconocer un poco más a las familias que están aportando a la sociedad a través de sus hijos, que precisamente son los que, en un futuro más o menos inmediato, van a contribuir con su trabajo y sus cotizaciones al mantenimiento del Estado del bienestar del que se beneficia toda la sociedad.

La pandemia ha agravado todavía más las estrecheces de las familias en general y de estas familias con más miembros en particular. Caída de ingresos, problemas añadidos para conciliar, inflación galopante en productos básicos y de primera necesidad… hacen que llegar a final de mes para las familias cada vez sea más complicado y se requiera de verdaderos ejercicios de equilibrismo en las economías domésticas. Esfuerzo titánico de padres y madres que no encuentran ni la empatía ni la ayuda de un estado que se hace llamar del bienestar, pero que realmente está lejos de serlo.

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