Según la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras (FE-CCOO), tras el análisis de los datos del Instituto para la convivencia y el éxito escolar, en los centros educativos de Balears un total de 3.618 alumnos fueron expulsados del centro, algunos de forma reincidente. Estos datos revelan que cada día 18 alumnos son expulsados de su centro escolar, casi todos ellos en educación secundaria y sin la conformidad de sus familias, dato aún más preocupante. Según afirma el sindicato, la expulsión es a menudo el preludio del abandono escolar y sugiere la implantación de un programa de puntos, similar al carné de conducir, ya que la expulsión no supone ninguna garantía de corrección si no va acompañada de otras medidas de control y seguimiento.
La Conselleria de Educación haría bien en abordar esta problemática y en tomar nota de las sugerencias planteadas por CCOO, pues parecen muy razonables. Claro está que en los centros escolares debe haber una disciplina y un orden interno que asegure su normal funcionamiento y que los alumnos que trasgredan el reglamento o causen problemas, deben hacer frente a las consecuencias de sus actos con medidas correctoras, pero por lo que se ve estas medidas acaban consiguiendo que el remedio sea peor que la enfermedad. Además, la expulsión de un centro supone el traslado del problema a otro centro, por lo que esta medida debiera ser absolutamente excepcional y no tan habitual como revelan los datos, donde aproximadamente el 10% de la población escolar es expulsada del colegio.
