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ETA y el mendaz de Rajoy (1)

Por Miquel Pascual Aguiló
sábado 12 de mayo de 2018, 02:00h

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Inactiva desde el anuncio del cese definitivo de su actividad armada en octubre del año 2011 y desarmada desde abril de 2017, ETA anunció su disolución el pasado 3 de mayo. Antes había anticipado, el pasado día 16 de abril, su disolución a agentes sociales y organizaciones mediante un escrito que empieza así: “Por medio de esta comunicación os queremos dar a conocer la decisión que Euskadi Ta Askatasuna acaba de tomar. ETA ha decido dar por terminados su ciclo histórico y su función, dando fin a su recorrido. Por tanto, ETA ha disuelto completamente todas sus estructuras y ha dado por terminada su iniciativa política.

De este modo, como consecuencia del cambio estratégico de toda la izquierda abertzale, ETA ha llevado a término el proceso iniciado en 2010, con la intención de abrir un nuevo ciclo político en Euskal Herria”.

El anuncio ha causado una verdadera conmoción en todos los ámbitos de España, no sólo en el País Vasco, en todas partes porque, entre otras circunstancias, en sus 43 años de terrorismo ha perpetrado 3.000 atentados, 864 muertos y más de 7.000 víctimas; muertos desde una niña de 22 meses, a mujeres embarazadas, pensionistas, niños, personas civiles, policías y guardias civiles, políticos en activo y retirados, empresarios, obreros, jueces y magistrados, funcionarios y no ha hecho ningún tipo de discriminación a la hora de asesinar, a lo largo y ancho del País.

Yo quiero hacer incidencia en parte de la historia que recién se ha conocido y donde queda meridianamente clara la hipocresía, la sinvergonzonería, la actitud mendaz de que hizo gala el actual inquilino de La Moncloa, Mariano Rajoy, durante todo el proceso de negociaciones que llevó a término el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero con la banda terrorista, como habían hecho anteriormente todos sus antecesores incluido Aznar, y del que tuvo directa, completa información de los pasos que daba el ejecutivo socialista, por voluntad expresa del entonces presidente socialista,

Mientras el PNV desempeñó un papel decisivo, durante todo el proceso de contactos indirectos que desembocaron en el cese de la violencia de ETA en 2011 y fue un fiel aliado de los socialistas, propiciado, en gran parte, porque se designó como interlocutor de confianza entre ambos partidos al actual lendakari Iñigo Urkullu. Urkullu fue un leal aliado, de hecho, los apoyos que dio al Gobierno en la tan difícil última fase, por la crisis económica, eran en gran medida para convencer a ETA de que dejara las armas.

Al mismo tiempo y con la misma información que recibía de los socialistas, el PP de la mano del mezquino de Rajoy, intentó durante todo el proceso poner palos a las ruedas, básicamente porque veía, de la información genérica pero continúa del proceso de paz que recibía, que el proceso podría terminar como finalmente ha terminado, con ETA derrotada y disuelta de la mano final del PSOE de Rodríguez Zapatero, cuando había hecho del terrorismo de ETA una de las armas principales de confrontación política contra los gobiernos socialistas y de fidelización del voto más conservador y ultra en España.

Dos frases, resumen el sectarismo, el partidismo, la intransigencia, la ofensiva del líder del PP contra el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en una batalla dialéctica en el Congreso de Diputados. La primera fue: “Si su mandato terminara aquí, usted pasaría a la historia como el hombre que en un año puso el país patas arriba, detuvo los avances, creó más problemas que soluciones, hizo trizas el consenso de 1978, sembró las calles de sectarismo y revigorizó a una ETA moribunda”. La segunda es simplemente nauseabunda: “Es usted quien se ha propuesto cambiar de dirección, traicionar a los muertos y permitir que ETA recupere las posiciones que ocupaba antes de su arrinconamiento”.

Sabía que lo que decía era falso, rotundamente falso, pero sólo le importaba destrozar al adversario y hacerse con el poder a cualquier precio, mintiendo descaradamente que es de las cosas que mejor hace, y así debemos reconocérselo.

Rajoy se encontró con el fin de la violencia y no quiso ni gestionarla, ni supo, ni hacer algo más para que avanzara el proceso hacia la paz, porque esto le daba los votos de los más fanáticos radicales de ultra derecha que le votan. Dejó que el proceso de paz posterior al fin de la violencia siguiera el curso empezado con los socialistas, cuando si se hubiera gestionado de otra manera, el final de ETA habría llegado antes, por lo que Rajoy es y será siempre reo de juicio eterno.

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