Un centenar de personas, entre comisionados internacionales y representantes de instituciones, partidos políticos y entidades vascas han escenificado este viernes en la localidad francesa de Cambó el final definitivo de ETA. Los participantes en el acto han insistido en llamar a la "reconciliación", con ligeras referencias al sufrimiento de las víctimas, a la necesidad de desarrollar una "memoria crítica" y al "nuevo escenario" que se abre, con especial mención al futuro inmediato de los presos de la banda terrorista. Una ETA ya vencida por las fuerzas de seguridad, la justicia y la colaboración internacional ha escrito un triste epílogo a sus cincuenta años de crímenes sin hacer un gesto hacia las víctimas, a excepción del perdón selectivo que realizó en su comunicado de finales de abril.
Son muchos los que ven en este movimiento final de ETA un intento de justificar su macabra historia, blanqueando sus mortíferas acciones con la intención de impulsar el abertzalismo hacia una nueva fase y con el objetivo de conseguir una política carcelaria para sus presos que garantice el traslado a las prisiones vascas y la aplicación de beneficios penitenciarios. No se intuye que la organización terrorista vaya a ir más allá en su colaboración con la justicia, dejando sin esclarecer más de 300 de los 860 asesinatos cometidos en sus cincuenta años de terrorismo. Sin entregar las armas que permitirían avanzar en análisis periciales y sin detallar las acciones de sus comandos, poco se podrá adelantar ya en la investigación de las muertes pendientes.
Todo apunta, por tanto, hacia un movimiento táctico más que hacia una decisión moral y ética. Las víctimas, junto a una amplia parte de la sociedad y de los partidos políticos, así lo perciben y reclaman que la disolución de una ETA ya vencida hace mucho no derive ahora hacia una actuación complaciente por parte de los poderes públicos. Otros sectores, al contrario, hablan de "pasar página", apelan a no "reabrir heridas" y abogan por una "convivencia sin rencor". Curiosamente, muchos de estos últimos son los mismos que ensalzan el concepto de "memoria histórica" para no pasar página ante hechos y víctimas de hace 80 años.
La reconciliación llegará en la medida que las víctimas reciban el homenaje y sean reconfortadas por toda la sociedad, empezando por quienes les deben pedir perdón por todo el sufrimiento vertido sobre ellas. Son las víctimas, y no ETA, quienes tienen que escribir la última página de este epílogo, especialmente cuando lo que han escrito los terroristas es tan retorcido y postizo como lo contenido en sus comunicados de estos días.