A finales de los años 90 Brian Arthur bautizó con el nombre de Nueva Economía una forma de hacer negocios a nivel mundial basada en el conocimiento que genera Internet.
Se digitalizaron muchos negocios y el comercio electrónico empezó a despegar. Incluso se creó un índice bursátil para las empresas con base tecnológica: Nasdaq.
La Nueva Economía se regía por patrones diferentes a la tradicional Vieja Economía.
Todo era susceptible de ser digitalizado: música, enciclopedias, tiendas, fotografías, publicidad, etc. Todo menos el dinero.
Internet transfería información y permitía transacciones entre comprador y vendedor. Pero el dinero seguía siendo el mismo. Dólares, euros y yuanes eran creados por los respectivos Bancos Centrales o por la banca comercial.
Tras la burbuja de las puntocom llegó la crisis de 2007 y empezó el agotamiento del sistema capitalista basado en el crecimiento desmesurado sin miramiento hacia el medioambiente de la producción y el consumo. De otra parte, los Bancos Centrales, para salvar sus monedas, empezaron a comprar deuda pública y privada, inyectando dinero en la economía de los diferentes países. Pero esa deuda había que devolverla.
Se produjo una crisis importante de confianza a todos los niveles. Algunos bancos habían mezclado deuda mala con deuda buena y la vendían como si fuera de primera calidad. Las agencias de calificación ayudaba a valorarlas como tal. Algunas entidades financieras vendieron productos que no conocían y arrastraron a miles de familias a la ruina. Algunos políticos aprovechaban su cargo y se dejaban sobornar a cambio de dudosas adjudicaciones. Otros falsificaban sus títulos académicos. Botes de Cola-Cao y falsos techos escondían sus vergüenzas. Algunos particulares alquilaban viviendas por Airb’n’b sin ser suyas arruinando las vacaciones de inocentes turistas. Algunas empresas llevaban doble contabilidad y maquillaban sus cuentas en connivencia con sus auditores. Son algunos de los múltiples ejemplos ocurridos durante estos años que nos han llevado a una profunda crisis de confianza en el sistema económico actual.
Pero en octubre de 2008 surgió la esperanza que el modelo capitalista necesita. Aunque once años después todavía no se entiende. La invención de bitcoin no es la de una mera moneda digital. Es mucho más. Representa la evolución del capitalismo hacia un sistema que recupera la confianza porque está basado en la transparencia y la verdad. Las actividades ilícitas no tienen cabida. Todo lo contrario a lo que la falsa publicidad anuncia.
La blockchain es una tecnología que se inventó hace 29 años. No es nueva aunque todo el mundo habla de ella. También hace años que se inventaron los archivos peer to peer (persona a persona). Recordemos Napster que permitía intercambiar canciones de manera ilegal y acabó prohibiéndose. También se crearon monedas digitales que acabaron prohibiéndose por ser anónimas y fomentar el blanqueo de capitales. Bitcoin es privado pero no anónimo.
Lo que bitcoin representa es un nuevo sistema económico que viene a mejorar las deficiencias del sistema capitalista. Es mucho más que una moneda.
Estamos hablando de un sistema de intercambio de valor y dinero entre dos personas que no se conocen con la confianza que dan las matemáticas y la criptografía, evitando el doble gasto de una misma moneda o bien y sin necesitar a un tercero. Y todo con una emisión de monedas limitada de por vida para evitar la inflación y la impresión de monedas que, con nuestro sistema actual, son deuda que, a la postre, hay que devolver. A esto hay que añadir las implicaciones jurídicas de los contratos inteligentes y una nueva Internet basada en modelos de negocio de pago (micropagos) pero que hacen que cada uno sea dueño de su información y no se trafique con ella, como hoy en día.
Estamos en la primera fase de implantación. Analógicamente nos encontramos en un momento como el que teníamos respecto a Internet en 1994. Cuando se establezca un protocolo mundial de transmisión de valor (uno solo) podremos transmitir valor, es decir, dinero y tokens (certificados digitales de propiedad sobre bienes físicos) a cualquier parte del mundo en segundos y a coste muy reducido.
Es la grandeza de bitcoin. Entender esto no es fácil. No se queden en la superficie de que estamos con una moneda que solo sirve para el tráfico ilegal de armas, drogas o pornografía infantil. Ese es el mensaje que quieren que cale quienes no quieren perder su poder actual.
La Nueva Economía de verdad pasa por la blockchain de Bitcoin. Ahí sí que todo será digital (hasta el dinero) y sobre una base inmutable, transparente y trazable. Adiós a la falsificación documental, a la falsificación de prendas, a la destrucción de documentos incriminatorios, a los diamantes de sangre, a la falta de confianza y a la contabilidad múltiple. Adiós al fraude.
El nuevo modelo económico devolverá la confianza porque la blockchain que inventó Satoshi Nakamoto está basada en la verdad. No es una tecnología. Es un nuevo sistema económico y jurídico, con contratos inteligentes de obligado cumplimiento.
La moneda que cumple lo que dicta su whitepaper es BSV (Bitcoin Satoshi Vision), el auténtico bitcoin, actualmente la blockchain más preparada para la adopción masiva. Por cierto, el precio de su moneda (BSV) está muy infravalorado respecto a la utilidad que ofrece si la comparamos con otras criptomonedas. Una utilidad que viene dada por un número de transacciones elevado, mayor escalabilidad y tamaño de bloques y la creación de casi una aplicación al día en su apenas un año de vida. Solo falta mayor adopción. Están en camino. Alguna empresa importante o Banco Central que la empleara para su moneda digital oficial podría dar el pistoletazo de salida.