Los hospitales de Baleares tienen ingresados actualmente un total de 119 enfermos de Covid, 27 de ellos en UCI. Fuera de los hospitales, otros 1.050 ciudadanos pasan la enfermedad en sus casas, atendidos por los servicios de Atención Primaria. Las cifras sitúan los efectos clínicos del coronavirus en índices que no se veían desde el pasado mes de abril, antes de comenzar la que ha sido la quinta ola, que tuvo su punto álgido con el megabrote producido con los viajes de fin de curso.
Los hospitales han superado la tensión que se produjo en algunos momentos de esta ola, cuando las UCIs estuvieron ocupadas por encima del 25 por ciento de capacidad y estancadas en la calificación de "riesgo alto" durante semanas. Ahora, esta tensión -a la que se añade que más del 80 por ciento de la población se halla ya vacunada- ha pasado y gana protagonismo la atención primaria, que merece recibir una mayor consideración.
Estos días, se celebra en Palma el 41 Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFYC), que reúne a 2.500 profesionales de todo el país. Precisamente, la necesidad de dotar con más recursos a la atención primaria ha sido uno de los asuntos destacados en la presentación del congreso. El presidente de la SemFYC, Salvador Tranche, calculó entre 6.000 y 7.000 profesionales el refuerzo que necesita este eslabón de la sanidad en nuestro país.
La Atención Primaria en España ha atendido al 90 por ciento de pacientes de Covid y su futuro inmediato necesita, no sólo los recursos humanos citados, sino una mejor organización en su gestión a la vez que deberían recuperase las inversiones no realizadas desde 2008 y que los profesionales cifran en un mínimo de 110.000 euros por cada centro de salud. de
Este nivel el sistema sanitario no puede arriesgarse a deteriorar su calidad de servicio ni a empeorar un clima laboral que ya se encuentra muy afectado tras año y medio de situación excepcional. Los profesionales que estos días debaten en el Palau de Congressos de Palma calculan que un médico más por cada 1.000 habitantes reduce la mortalidad provocada por enfermedades cardiovasculares, respiratorias y oncológicas e incluso aumenta la expectativa de vida en dos meses.
El éxito de la atención sanitaria ante la pandemia -alcanzado con el trabajo y el sacrificio de miles de profesionales- debe tener ahora su continuidad en el nivel más próximo a los ciudadanos, que es el que, además, puede contribuir más a la prevención de males -y costes- mucho mayores.
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